El acto sexual, por el mismo hecho de poner en movimiento tanto la parte física como la intelectiva, en principio, como generalidad, debería ser sinérgico e involucrar ambos actores.
Nuestra individualidad y tipicidad nos hace diferentes unos de los otros, dificultando la aplicación de conceptos generales con relación a nuestra actuación particular. Así, por ejemplo, los signos externos de excitación en el hombre son inocultables, mientras que en la mujer no son fáciles de observar, lo que permite en ocasiones ocultarlos o solaparlos mediante una actuación determinadamente premeditada.
Cuando una persona participa pasivamente en el acto sexual, este pierde la emoción, ternura, magia y fantasía, que le hacen el más reconfortante evento entre un hombre y una mujer.
Quien no desea el acto pero lo conciente no obstante su personal indiferencia, ausencia de deseo o rechazo a ese contacto íntimo, renuncia a su propia satisfacción al prestar su cuerpo como instrumento de autocomplacencia del otro actor, desviando lo que debió ser una actuación mutua y hermosa hacia el ejercicio de violencia sexual moral por falsedad, afectando sus propios sentimientos y autoestima.
Pienso que la diferencia entre la masturbación y el hacer el amor, más allá de cualquier consideración teórico-materialista, es precisamente el concurso activo mutuo, que imbuído de amor, pasión, ternura, magia e intención de producirse el máximo de placer, lo convierte en sincera y auténtica entrega de cuerpo y… alma.
Quien consciente de su inmotivación, subyugando su propia voluntad al permitirlo, normalmente lo hace orientado hacia el logro de algún objetivo extraño a los sentimientos que motivan el acto sexual, violentando su propia ética personal al supeditar su dignidad y espiritualidad a intereses subalternos, nunca suficientes para justificar utilizar su cuerpo, que es el tabernáculo de Dios, en un acto tan íntimo sin las motivaciones éticas y morales que lo justifican.
Pudiera ser que en casos aislados, la actuación pasiva de uno de los actores se origine por conveniencia, supuesta necesidad, o en premeditada actuación para lograr un fin extraordinario como pudiera ser la concepción de un hijo. En tales casos, en mi criterio personal, aunque no violenta ninguna norma jurídica estimo que no es legítimo, porque al actuar con engaño premeditado se pierde la plenitud que desde el punto de vista cultural logró superar su propia originalidad, al elevarlo sobre su propio instinto y ubicarlo en la categoría de espiritual.
No obstante todo lo expuesto, estas especulaciones, ausentes de toda intención de juzgar lo que sólo a Dios y a los actores corresponde, pretenden establecer la profunda diferencia entre un acto sexual pasivo y aquel activo que se supone realizan las personas que se aman, como lo trataremos en la entrega de mañana.
Próxima Entrega: EL SEXO ACTIVO
Buenas, quisiera alguna informacion de como mejorar mi situacion ya que soy pasivo y mi novia es activo y estamos teniendo problemas por mi pasividad.. ella no muestra interes al momento de la relacion, motivado a mi pasividad.. como me pueden ayuda.
Gracias y saludos.
William
Caracas Venezuela
ESTIMADO WILLIAM:
LA RELACIÒN AMOROSA ES ALGO MÀS QUE SEXO, AUNQUE ESTE ES FUNDAMENTAL PARA DISFRUTARLA PLENAMENTE. SIN EMBARGO, LA EMOCIÒN, ENTUSIASMOS Y RECURRENCIA EN LA SEXUALIDAD NO DEVIENE SOLO DE LA PIEL, SINO QUE ES PRODUCTO DE UNA CADENA DE OPERACIONES MENTALES QUE SE PRODUCEN EN RAZÒN DE MOTIVACIONES, QUE REFLEJAN LA ÓPTICA QUE TENEMOS DE NUESTRA PROPIA VIDA Y LAS CIRCUNSTANCIAS QUE LA RODEAN.
SIN EMBARGO, COMO POR TU REDACCIÒN PRESUMO QUE EL PROBLEMA SE PRODUCE EN LA RELACIÒN SEXUAL, POR CUANTO DEBO ADENTRARME EN ESE CAMPO TAN ÍNTIMO Y PERSONAL, CON TODO GUSTO TE CONTESTARÈ A TU CORREO.
MIENTRAS TANTO, RECUERDA QUE TODO LO QUE PERCIBES Y SIENTES NO SON MAS QUE OPERACIONES MENTALES,QUE VENTUROSAMENTE TÙ CONTROLAS, POR CIERTO LAS MISMAS QUE AFECTAN A TU NOVIA; POR LO CUAL NADA ES TAN GRAVE QUE TÙ MISMO NO PUEDAS SOLUCIONARLO, SI LO ANALIZAS Y LE PONES CORAZÒN A ENCONTRAR UNA RESPUESTA APROPIADA.
CORDIALMENTE,
EL AUTOR: DR. AMAURÌ CASTILLO RINCÒN
amauricastillo@gmail.com