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Archive for the ‘DIOS ES AMOR’ Category

esli_by_women_04.jpg Al despertar, todas las mañanas, luego de agradecer el privilegio de disfrutar un nuevo día de vida, bendiciéndolo como perfecto dentro de todos los días perfectos, conviene programar mentalmente ese día.

La programación debería fundamentarse en la constante y permanente convicción de que, nuestro Padre Celestial cubre todas nuestras necesidades físicas y espirituales, bajo la condición de que realicemos nuestras actividades con amor, fe y seguridad de que el presente que vivimos, en si mismo, es una nueva oportunidad de experimentar un día más… una vida más.

De tal manera, afirmaremos que disponemos de una salud perfecta, con órganos sanos que nos permiten utilizar eficientemente todos nuestros sentidos, como ver, oír, hablar, gustar y sentir todo lo bueno, lo cual nos posibilita vivir intensamente cada momento, al tiempo que nos hace más útiles a nuestros semejantes.

El agradecer en todo momento por nuestra familia, los amigos, el trabajo, la oportunidad de estudiar y adquirir nuevos conocimientos, promoverá una actitud personal positiva, frente a la sinergia de esa vida que representa un nuevo día, siempre expectante y lleno de eventos y situaciones imprevistas… que nosotros haremos agradables.

En este programa debemos aceptar sin ninguna duda, que si meditamos, pensamos y observamos con cuidado los acontecimientos del día, todos serán solucionables; porque más allá de nuestra inteligencia y diligencia, tenemos a Dios para esclarecernos cual es la opción apropiada.

Un renglón importante es mantener la oración mental permanente, pidiendo lucidez para tomar acertadas decisiones, que acompañaremos con nuestra diligencia, consecuencia y empeño, para beneficiarnos y beneficiar toda causa buena y positiva.

Un refuerzo permanente al programa lo será repetirse continuamente afirmaciones que aumentan nuestra fe y confianza, como: «Dios es amor, paz y dicha.» «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.» «Quien a Dios tiene nada le falta…sólo Dios basta.»

En este programa, al desechar todo pensamiento negativo o reminiscencia dolorosa, no criticar ni juzgar, ni pronunciar palabras duras que disminuyan actitudes ajenas o propias, mantendrá incólume nuestro equilibrio físico, emocional, mental y espiritual, tan necesario para ser felices.

Debemos responder en todos los casos de agravios con caridad, enviando a los agresores mensajes de amor, bajo la convicción de que su actitud es precisamente por su déficit de aceptación, comprensión, ternura y… amor.

Si cumplimos este fácil y elemental programa diario, esa fuerza universal, omnipotente y omnipresente que representa Dios, nos proveerá del amor, consecuencia, caridad, sensibilidad y solidaridad humana, indispensables para lograr convertir nuestros pensamientos en cosas, cuya materialización será conforme a la energía y plenitud que en ellas pongamos.

Fue eso lo que quiso decir Jesús cuando aconsejaba: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallareis; llamad, y se os abrirá.»

¿Cómo anda su programa diario de vida, o… no lo tiene?

¿Qué tal si lo intenta?

Al fin y al cabo nada se pierde y no es muy difícil, pero le aseguro que podría servirle para mejorar su equilibrio mental, espiritual y físico.

Próxima Entrega: ¿LUEGO DEL DIVORCIO QUÉ?

 

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madre-teresa-de-calculta-ii.jpg ¿Qué impulsó y que esperaron como recompensa los hombres y mujeres que dedicaron su existencia a la búsqueda del bienestar de sus semejantes?

Jesús de Nazareth, la Madre Teresa de Calcuta o M. Gandhi, entre otros, así como todos los que, reconocidos o ignorados, lucharon incansablemente por lograr justicia social, inclusión, igualdad de oportunidades y trato, paz y crecimiento espiritual para las mayorías, fueron impulsados por el amor y no esperaron una recompensa especial, al menos en el aspecto personal o individual.

En este periplo de más de medio Siglo que ha sido mi paso por esta vida terrenal, he observado que solemos ser recompensados en nuestras acciones en función del amor, dedicación, efectividad y diligencia que pongamos en su realización.

El predicador es digno de su estipendio, pero al predicar ya tiene su recompensa, reza un principio bíblico, que considero extensible a cualquier actuación individual.

Existen leyes o reglas naturales, que aun no estando escritas, a través de los siglos nos han demostrado su efectividad. La famosa regla de oro de Jesús, de hacer a los demás lo que se quiere que ellos hagan por nosotros, representa la concreción de su consecuencia en nuestra existencia.

Expongo mi testimonios y no lo que «podría ser; entonces debo comentarles que he sido siempre recompensado con largueza y en función del amor, interés, decisión, confianza y diligencia que he puesto a mis actuaciones, cuyo resultado ha sido una vida plena y feliz, donde aún sin esperar más de lo que merezco, siempre he recibido más de lo que necesito.

No es sano esperar recompensa por que hacemos, pero es justo recibirla y sin duda llegará; buena o mala, positiva o negativa, pero siempre conforme a la índole, sentido, intención y naturaleza de nuestras actuaciones concretas.

Cuando actuamos en función de la felicidad de nuestros semejantes, estamos fabricando una recompensa cónsona, que llegará oportunamente, aunque pudiera ser que no identifiquemos el evento que como tal la representa… pero llegará.

Como padre, cuando hablo con Dios pido prioridad en sus bendiciones para mi familia, porque si merezco una recompensa por mi intención y actuaciones a favor de mis hermanos humanos, la mejor sería aquella que les beneficie. No olvido al Salmista cuando exponía que en su larga vida no había visto hijo de justo mendigando pan.

¿Podría un padre esperar mejor recompensa?

No debe hacerse el bien esperando recompensa, porque la satisfacción de hacerlo ya la representa. Pero esas leyes de compensación que rigen nuestra vida, hará cónsona su retribución, al resultado de nuestras acciones.

No debemos olvidar que esas leyes funcionan de la misma manera, cuando las actuaciones representan males para nuestros hermanos humanos. Sólo que en tales casos, la recompensa, que será del mismo género, pudiera serlo… con ventaja.

El ejercicio de nuestro libre albedrío, nos posibilita con toda libertad, escoger la opción más apropiada. Es en algo que nadie puede sustituirnos y… debemos hacerlo.

Pròxima Entrega: TENERLO TODO.

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«EL DIA QUE NO RIAS ES UN DIA PERDIDO»

Nuestra vida tiene tantas razones y circunstancias que la hacen edificante, que ciertamente, no celebrarlo sería ir contra nuestra propia razón e inteligencia.

Una diferencia fundamental que tenemos con los animales irracionales, es nuestra capacidad de razonar frente al espectáculo maravilloso de este mundo que nos toca vivir, ante el cual abrimos un abanico de observación y expectación que nos hace la vida grata y emocionante, más allá de la satisfacción de nuestras necesidades básicas de supervivencia física.

En nuestro mundo espiritual percibimos sensaciones como las de amar, sentir y disfrutar la belleza; ejercer la voluntad propia, la generosidad, la solidaridad y la utilidad; oír música, crear y disfrutar del arte, entre otras, nos posibilita alcanzar la felicidad, como realización físico-espiritual, que se traduce en la alegría de vivir.

Esa visión de vida que trascienda nuestra materialidad, donde la calidad supere la cantidad, nos hace esencialmente especulativos, curiosos, creativos, impacientes y susceptibles a la angustia y estrés, que afectan nuestra salud física, mental y psicológica.

Frente a esa permanente búsqueda, que como seres inteligentes no podemos obviar, el único antídoto frente a la angustia que produce nuestra ambición nunca satisfecha, lo es el carácter alegre y bien humorado, bajo la premisa de que todo evento o circunstancia, siempre puede ser aprovechada en nuestro beneficio.

El privilegio de poder respirar, sin adicionales valoraciones, es ya una fuente de alegría; pero las muchas bendiciones de que disponemos para disfrutar todos los días una vida llena de retos y sorpresas, conforman una fuente permanente de satisfacción y plenitud.

Amar y ser amado, observar el paisaje geográfico lleno de cosas hermosas, convivir con el ser más noble que puebla el planeta, poder construir nuestra existencia como nosotros mismos con nuestra decisión y esfuerzo lo decidamos, son todos motivos de alegría.

Conozco y trato con persona alegres, que son comunes y corrientes a las que nunca he visto enfermas, tristes, perturbadas o estresadas; siempre sonríen, saludan, estrechan la mano o abrazan afectuosamente y dan muestras de buen humor, produciendo una influencia positiva que es… contagiosa.

Así como el buen humor es el remedio a la tristeza, la alegría previene las enfermedades del cuerpo y el espíritu. La felicidad depende de cómo asumamos la vida, por lo tanto lo inteligente es tomarla como una emocionante e interesante aventura, llena de retos y oportunidades que podemos vivir alegres e intensamente.

Como la solución es fácil y depende de nosotros mismos, mientras más pronto lo asumamos obtendremos mejores resultados. Así que, a sonreír, alegrarse, forzar el buen humor, mirar el lado positivo de todo evento y en vez de preocuparse por los problemas, ocuparse de resolverlos.

Recuerda que, la diferencia entre una persona feliz y otra que no lo es, radica en que la primera cree y practica esta filosofía de la vida.

Próxima Entrega: LA OPORTUNIDAD

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«PARA HABLAR CON MI PADRE NO REQUIERO SOLEMNIDADES»

Hablar con Dios es fácil, agradable y puede ser permanente. Él no se impacienta, ni interrumpe, nos responde y satisface nuestras solicitudes… sólo cuando nos convienen.

A Dios podemos contarle todo sin temor a malas interpretaciones, discusiones o reprimendas. Para hablar con Él no requerimos solemnidades, formalidades o palabrería rebuscada, porque gusta de la sencillez y prefiere los hechos.

Su más estimada oración es vernos felices disfrutando esa bella vida que nos dio, amando a sus demás hijos, quienes también son nuestros hermanos.

Dios ama especialmente a los niños, porque no tienen conciencia de esas cosas negativas como el temor, la envidia, la incomprensión, la competencia imperfecta y esas otras rémoras mentales, que nos impiden disfrutar la inigualable aventura de vivir.

Cuando observo un mundo brillante, un cielo azul, una tierra aún manchada de verde, sobre la cual millones de personas transitan detrás de la felicidad, hablo con Dios para agradecerle tantas bendiciones y pedirle que me de capacidad suficiente para poder compartirlas… con mis hermanos humanos.

Presiento que Dios se siente bien oyendo a la gente como yo, que quiere compartir sus sueños, pero que no es fácil que los demás entiendan que un soñador hable en silencio y que alguien pueda oirle y responderle… sin palabras.

No es fácil procesar que podemos mantener una comunicación multifacética entre nosotros y Dios, siendo que, más expresivo que una palabra, pudiera ser el pensamiento, la intención, una mirada, una sonrisa o un apretón de manos.

Cuando hablo con Dios lo hago conmigo mismo pero también con y por mis hermanos. Percibo que Él me oye y me responde, cuando lo considera conveniente. He aprendido a respetar su silencio, como Él acepta el mío, porque para eso me dio libre albedrío.

Asumo sin dolor que algunos hermanos me oigan, y otros no; así hemos sido siempre los humanos y dudo que cambiemos radicalmente. Pero, no por eso voy a callar. No sería justo con mis hermanos tímidos, inseguros, desconfiados, pesimistas, temerosos, faltos de comprensión, aceptación y amor.

Ese Dios maravilloso que me acompaña y que no necesito oír sino sentir, está en contacto permanente con mi espíritu, siempre guiando mis pasos. Lo percibo en todas y cada una de las circunstancias de la vida.

Estoy tan acostumbrado a la sensación de su presencia, que no concibo otra vida que no sea esta que con Él convivo. Esta que sólo aprecian en toda su dimensión, quienes como yo, despiertan ese divino toque de… locura que hiberna en lo más profundo de nuestro ser y nos permite romper mitos y paradigmas.

Mientras escribo, hablo con Dios. Le pido humildemente que me permita llegar al corazón de mis hermanos virtuales, para dejarles el convencimiento y un poco de esa seguridad que siento, de ser como cada uno de ustedes… interlocutor válido de Dios, porque con Él somos uno.

¿Quiere intentarlo? Decídase, hable con Dios que además de ser muy agradable, conlleva esa fuerza poderosa e indiscutible que es la oración.

Próxima Entrega: LA ALEGRIA COMO ANTÍDOTO

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¿Por qué y para qué vine a este mundo?

Para mi la respuesta no es trascendente, porque si pudiera conocerla no creo que modificaría mi comportamiento. Ese mundo nebuloso del por qué y el para qué, lo manejo conforme a mis principios éticos, que son universales y siempre están orientados al bien.

Considero importante para nuestra felicidad aceptar que tenemos una misión que cumplir en esta vida, la cual aunque no conozcamos, debe comportarse, principalmente, en beneficio de nuestros semejantes.

Pienso que como principio general, conviene trabajar sobre lo que se conoce, más que invertir energía en descubrir lo que en nada nos beneficia objetivamente.

Así, respecto de la misión que siento que me corresponde cumplir en este mundo, como no la conozco en su exacta dimensión, imagino que Dios simplemente me la indicará en ese su lenguaje que siempre mi espíritu percibe y que guía todos y cada uno de mis actos.

No camino en busca de mi misión sino que la cumplo conforme a mi propia ideología de vida. La concibo con jerarquías que gustosamente asumo y no transgredo.

Siento que mi primera obligación es conmigo mismo, siendo feliz para poder hacer felices a los demás. En segundo lugar, con mis hermanos humanos, amándolos y no juzgándolos, pero aceptándolos con su sagrada individualidad y diversidad.

No debo ser pasivo en mi misión, sino que debo hacer todo lo que considere positivo y conveniente para ellos, porque será lo mismo que me devolverá la vida.

Por eso amo a las personas y hago el bien que puedo, al tiempo que disfruto su maravillosa condición de seres inteligentes y generosos.

Amo y cuido del medio ambiente que me rodea, porque representa esas maravillosas cosas, incluido los reinos animal, vegetal y mineral, cuales Dios puso aquí para satisfacer mis necesidades y mi deleite.

Siento a Dios en cada persona, en cada cosa; en la brisa que peina los pajonales y entona sus sinfonías de las copas de los árboles; en la sonrisa de los niños y la paz del rostro de los ancianos; en la belleza del cuerpo de la mujer, su nobleza y su ternura… inagotables.

Siento que es maravillosa mi misión de amar, sin importar a quien, cuánto, cómo ni cuándo; sin preguntar si quieren o necesitan de mi amor.

Asumo el privilegio de vivir esta hermosa e inigualable aventura que es mi vida, frente a un mundo maravilloso y unos seres humanos que nacen y hacen un gran esfuerzo por mantenerse nobles.

Tengo la sensación permanente de que camino de la mano de mi Padre Celestial, en ese diálogo inteligible y constante sólo para mi espíritu, pero que yo siento presente todos los días y en cada instante.

No quiero ni necesito otra misión que esta de amar, de sentir que, sin excepción, mis semejantes y yo somos uno con Dios. Con eso me basta, porque eso me hace… muy feliz.

Próxima Entrega: ¿UNA NUEVA MUJER?

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La verdad nos hace libres y la mentira nos convierte en esclavos, porque perdemos la percepción positiva y enaltecedora del que no tiene nada que ocultar ni de que ocultarse. Así como la verdad es una sola y representa eventos, sentimientos, situaciones ciertas y nacidas de la espontaneidad, la mentira tiene mil facetas, puede utilizar muchas caras y nace de sentimientos que no responden a la realidad de los hechos.

Al mentir, como se distorsiona o niega a plena conciencia la realidad, el ser interno que es la casa del espíritu, siente que esto es contrario a su propia esencia divina, e independiente de su actitud y apariencia externa, en su fuero más íntimo se siente culpable.

La culpabilidad perturba la espiritualidad, alimentando un sentimiento angustioso que se manifiesta en la inquietud de enfrentar o tener que lidiar con los eventos o hechos que son verdaderos y por tanto de una fuerza arrolladora.

La angustia al no sentirse conforme consigo mismo, no obstante que no es percibida en el exterior del individuo, tiene el grave problema que no se puede desterrar porque vive dentro de la persona misma, sin que exista otra solución que no sea la de corregir y… decir la verdad.

Para enmendar se requiere integridad y nobleza, pero como el que miente carece de esas virtudes, los sentimientos negativos internos, tocan su intelectualidad y terminan creándole estados neuróticos productores de estrés que, al final, afectan su salud integral.

La mentira es una violencia contra nuestra propia esencia y sagrada individualidad, porque involucra no actuar como nos corresponde… como deberíamos ser. Al mentir promovemos que nuestros hermanos nos juzguen y de tal manera transgredan el mandamiento de no juzgar.

La mentira voluntaria y a conciencia, distorsionando o enmascarando la realidad de los hechos, al engañar a los demás, nos engañamos a nosotros mismos y eso nos obstaculiza ser felices.

Los efectos de mentir suelen ser graves y acumulativos, especialmente para nosotros mismos al generar estados neuróticos de diversa índole.

En ese mundo interno, donde no podemos engañarnos, sentimos que somos menos nosotros mismos, traicionando principios fundamentales para el buen vivir.

El no poder mirar frente a frente a quienes mentimos, el estar siempre acomodando las actuaciones a la escena preparada de la mentira, nos hace sentirnos incapaces de afrontar la realidad y eso afecta gravemente nuestra autoestima.

La mentira juega en nuestra contra. Es factor perturbador de la necesaria salud mental y física, pero además logra que los demás pierdan su consideración, fe y confianza en nosotros.

La mentira es enfermedad soportable, pero es una patología que al producir efectos nocivos a los demás, también nos daña integralmente, por lo cual es anti-natural promoverla, porque no fuimos diseñados para la enfermedad sino para la salud, cual es una condición indispensable para ser… felices.

La mentira es contraria al amor, porque Dios es amor y verdad; como consecuencia, al mentir se transgrede esa fuerza intangible que une a la humanidad representada por el AMOR DE DIOS.

Próxima Entrega: MISION EN LA VIDA

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ayuda-iv.jpg «De buenas intenciones esta empedrado del camino del infierno», reza un adagio muy antiguo, sobre cuyo acierto o desacierto no emitiré criterio sobre su contenido, lo dejo a su libre albedrío, para lo cual aportaré algunas ideas.

Ciertamente, todos nacemos con tendencias y capacidades innatas. Pudiera ser una parte de la explicación de por qué algunas personas son mejores que otras, o se les facilita más realizar algunas actividades o mantener determinadas actitudes.

La observación cuidadosa del comportamiento humano respecto de algunos individuos, en oportunidades nos genera esta reflexión: «… si esta persona hiciera tal o cual cosa, seguramente sería un éxito.» Pero, si todo nos indica que sería exitoso en esa actividad o actitud… ¿Por qué no lo hace? En mi criterio, no se trata de que se sienta incapaz o desconozca su posibilidad, simplemente se trata de que no da el paso al acto.

Ese paso al acto, que en algunos casos pudiera beneficiar a la humanidad, como en aquel que tenga tendencias delictuales y no llegue a dar el paso para concretarlo y como consecuencia, no produce el daño. Por tanto, como la mayoría de las personas son buenas y generosas, su inacción evita que aporten beneficios al conglomerado humano.

Muchas personas con buenas ideas y proyectos maravillosos que tomaron de la Inteligencia Universal que habita en el Cosmos, se quedaron en eso: ideas y proyectos nunca realizados. También, muchos amores dejaron de materializarse y tantas personas murieron sin saber todo lo que fueron amadas y reconocidas, dejando profundo sentimiento de culpa en los sobrevivientes, precisamente porque éstos nunca llegaron a dar el paso al acto para manifestarlo.

El paso al acto, cuando se trata de ser generosos, amables, consecuentes, amorosos, solidarios y buenos, es más que una obligación moral …ética. No podemos conformarnos con desear el bien, sino que debemos concretarlo. Asimismo, no basta con amar en silencio, se requiere manifestarlo y demostrarlo, mientras más veces mejor.

No ayudar a nuestros semejantes no debe ser una opción válida, porque no hacerlo es casi como dañarlos. No es suficiente la concepción negativa de no hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan, sino que debemos hacer por los demás lo que queremos que hagan por nosotros. En este asunto es obligante dar el paso al acto. Ese fue el compromiso que nos dejó Jesús, con su ejemplo de inagotable amor.

Como los buenos sobre la tierra somos mayoría, en todo momento debemos estar dispuestos a dar el paso al acto cuando se trate actuaciones positivas, cuales deben orientarse y concretarse en el beneficio de los demás.

Es que, no hacerlo sería perderse una de las oportunidades más excelsas para sentirse bien y parecernos un poco a nuestro maravilloso Padre Celestial.

Por eso debemos recordar, que una idea, un proyecto, un compromiso o una buena intención, para que surtan el efecto beneficioso, tienen que ser actualizados y/o materializados, lo cual no es posible si no damos el paso al acto que fuere necesario.

Próxima Entrega: FORMACIÓN POSITIVA.

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Más allá de cualquier especulación teórico-filosófica sobre el significado de la verdad, hoy comentaré sobre su valor según mi óptica personal y en función de la felicidad.

Creo firmemente que Dios es la suma y el fundamento de toda verdad. Eso quiso decir Jesús cuando predicó: «Yo soy el camino, la verdad y la vida.»

Aprendí que la mayor recompensa por decir la verdad, es que me hace libre; por oposición en contrario, la mentira me esclaviza.

Si digo la verdad no me preocupo por su consecuencia, porque responde a mis motivaciones personales, que son racionales y lógicas. Expresan lo que creo bueno para mí y para mis semejantes. Mi verdad la sostengo y puedo repetirla siempre de la misma forma, porque responde a mi idiosincracia y es parte indisoluble de mi propia conciencia.

Gracias a que siempre digo la verdad, vivo tranquilo y sin preocupación de que alguien pudiere aprovecharse de mis dichos, porque representan la realidad de lo que creo, siento, hago y espero de los demás.

Sentir que digo la verdad me da suficiente fortaleza espiritual, para creerme digno e influir en las demás personas y generar su confianza, que se fortalece cuando verifican que mis palabras se compadecen con mis actos.

No creo en la divulgada conseja de que la verdad es completamente relativa, que cada cual tiene su propia verdad, o que lo es del color del cristal con que se miren los acontecimientos. Si eso fuera así, simplemente la anarquía dominaría la sociedad.

Vinculo la verdad a mi conciencia, a mis convicciones más elevadas, a los principios éticos que rigen mi vida; cuales no pueden estar divorciados de mi concepción de Dios, que me indica que son el amor al prójimo y la búsqueda de su beneficio, los indicadores básicos de cuando estoy en presencia de la verdad.

Mi verdad no puede dañar a mis semejantes, porque todas mis actuaciones son en uso de mi libre albedrío. Expreso sólo lo que deseo, hago o soy capaz de hacer,  pero sobre la base de mis principios éticos, sin importar si es o no del agrado de otros: siempre en función del bien común.

Si miento pierdo mi libertad de sentirme íntegro, satisfecho y orgulloso de mí mismo, al tiempo que me inicio en el estresante camino sin regreso, de temer que puedan descubrir mis mentiras.

Quienes me aman pudieran dejar de admirarme por cualquier circunstancia, pero no porque descubran que miento. La verdad genera la libertad indispensable para disfrutar del amor y juntos hacen un trío indisoluble; si alguno de ellos falla, los otros dos no saben como vivir con plenitud.

La verdad otorga y genera la confianza indispensable para amar sin reservas y entregarse plenamente, cual es el fin último de toda relación humana; al menos para quienes no nos contentamos con llamarnos cristianos, sino que hacemos todo lo que podemos por realmente actuar como tales, poniendo como norte de nuestras actuaciones, el amor a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com

Próxima Entrega: DOS SON MEJOR QUE UNO

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Una bala que viaja a 340 metros por segundo, otra, otra y otra hasta que la caserina se vacía. Todas viajan con la muerte a sus espaldas. Un impacto y todo termina… sin razón, sin sentido, sin objetivo lógico. Pero en el centro de lo más sensible, el alma explota en… mil pedazos. La onda expansiva del choque con el cuerpo de la víctima es más pequeño, infinitesimalmente más pequeño que el impacto que produce en el alma.

Es el triunfo del mal sobre el bien; es la sangre de Abel, que nuevamente es derramada por su propio hermano. Son los hijos de Dios, nacidos a la vida sin otra deuda que su propia existencia, que mueren bajo el fuego de otro… hijo de Dios.

No murieron treinta y tres. No, murieron miles, millones de… sentimientos, de sueños, de esperanzas. De alguna manera, morimos todos… un poco. Porque cuando un hijo de Dios, sin ninguna razón aparente acaba con la vida de uno de sus hermanos, de alguna forma muere algo de nosotros dentro, muy dentro de nosotros mismos, porque todos somos todos… uno.

 

Habitamos un planeta que nos fue dado para compartir como hermanos todas esas bendiciones que existen en el, para experimentarlas, para vivir…felices. La sangre de esos hermanos inocentes es la misma de Virginia Tech, de Columbine, son los mismos ojos desorbitados por la sorpresa de no entender porque se muere, de los niños del Brasil, de los Ghettos del Tercer Reich, de los niños de Vietnam, de Burundy, de Sierra Leona, de Colombia.

Esa sangre nos salpica a todos. Los sentimos en el alma y… en el espíritu; en el ombligo de nuestra propia naturaleza humana. Es ese frío pegajoso, lento que se infiltra en nuestra columna vertebral, que arde en nuestras entrañas… de incomprensión. No puede ser normal que un inocente muera, sin conocer siquiera… porqué está muriendo. Es el terror que coagula la sangre en nuestras venas y deja una herida maldita que nunca cura. Después de esto nunca seremos los mismos.

Los cuerpos tirados sobre el pavimento… inertes y ensangrentados y sus madres que ya no saben si vale la pena seguir viviendo. En otro charco de sangre, un infeliz también hijo de Dios que agoniza… perdido: extraviado en el laberinto de su propia insania. Preso en las rejas de sus propios sentimientos de odio, sus frustraciones, complejos, inhibiciones; de sus arrebatos, de sus urgencias nunca satisfechas, de sus sueños… jamás cumplidos. Todas esas sensaciones convertidas en su peor enemigo… que no le dio tregua. Que convivió con él todos sus años. Que le torturó siempre con hambre de dolor, con vocación de destrucción, con sed de muerte… hasta acabarlo a él mismo, definitivamente. Pudiera ser que aun siendo victimario, ese infeliz hermano nuestro hubiere sufrido más tiempo y de peor forma que todas sus víctimas… juntas. Nunca podremos saberlo.

Entonces, cabe preguntarse: ¿Por quien doblan las campanas de Northern Illinois University? ¿Por las víctimas? ¿Por Abel?, o… ¿También doblan por el depredador… por Caín? O ¿Por su madre que nada tuvo que ver con esto y para quien siempre fue su bebé?

Pero… ¿Quizás doblan también por nosotros, por todos nosotros que dejamos una parte de nuestra vida en este horrible episodio? ¿Qué sucede cuando sistemáticamente se violan las reglas más elementales de nuestra vida? Simplemente, el caos.

No fuimos diseñados para el mal, para el dolor, para la desgracia. Somos hijos de Dios. Nos parecemos a Él. Nuestro corazón es sensible, nuestra alma noble. Nuestro espíritu…grande. Nuestro cuerpo por el contrario, es vulnerable a la tentación. Nuestra mente es frágil… demasiado frágil.

A mil millonésimas de segundo de distancia en el tiempo, la razón de la sin razón no tiene capacidad ilimitada para resistir una vida que es muy… compleja. Necesita ser alimentada y soportada por la confianza. La fe en algo más allá que aquello que percibimos todos los días con nuestro cinco sentidos: Dios, omnipotente y omnipresente que conecta nuestro espíritu.

Si la fe falla, nuestra vulnerabilidad se acrecienta, se hace… ilimitada. Nuestros millones de células cerebrales, haciendo cientos de miles de sinapsis no pueden solas digerir semejante volumen de información. Es muy diversa…variada: el bien, el mal, el amor, el sexo, el odio, la caridad, la envidia, el ego, la autoestima, el orgullo, la vergüenza, la ilusión, los recuerdos, la frustración, el temor, el pasado, el futuro, la muerte, el fracaso, el éxito, la esperanza y… la competencia por todo.

La mente no puede más, estalla como una bomba en mil pedazos y sucede la antinatura, lo indeseable, lo más terrible, lo inaceptable: el hombre mata al hombre.

Los quejidos de Dios son rugidos horribles que quedan en el mundo del espíritu: No podemos oírlos. Ni ver sus lágrimas que se pierden, se evaporan y se convierten en nubes… en el alma. No podemos mirarlas pero las sentimos.

Pero el hombre recoge su dolor. Sigue su camino. No puede parar. Sería suicidarse y eso… no se debe hacer. Debe continuar, tiene que hacerlo. Necesita olvidar. Tiene que sanar sus heridas. Secar sus lágrimas y seguir… siempre seguir. No hay otra opción. Hay un mundo que vivir y corresponde hacerlo de la mejor manera posible; al menos, es lo que Dios espera de nosotros.

Aun quedan unos hermanos que ayudar… que cuidar. Pero sobre todo, hay que amar… amar mucho a nuestros semejantes, porque cuando no amamos no entendemos suficientemente lo importante de aceptar a nuestros hermanos en su diversidad, con su cultura, con su mentalidad, con su forma individual de ver la vida y las cosas.

Ese déficit actual, casi global, de comprensión, de aceptación, de respeto por la sagrada individualidad, de respeto por la persona humana de todos los Hijos de Dios, pudiera ser el factor más importante que jugó a favor de esa horrible matanza.

Por eso, para que nunca más se repita, estamos obligados a promover la solidaridad humana; sin condicionamientos, sin contrapartida, sin esperar ninguna recompensa; porque la mayor, la más importante, la trascendente, es precisamente el que nuestros niños vayan y vuelvan a la escuela en paz; que nuestros ancianos vayan y vuelvan del parque munidos de sus bastones, no para agredir o evitar ser agredidos, sino para soportar el peso de su cuerpo cansado por tantas primaveras; que nuestros cónyuges asistan y permanezca seguros en su trabajo y regresen sanos y salvos a los hogares. Y eso, sólo podremos lograrlo de forma integral si nos amamos los unos a los otros como Dios nos ama, sintiéndonos todos uno, y eso venturosamente, no es tan… difícil.

Próxima Entrega: EL ABUELO

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¿Has escuchado hablar de la Reingeniería?

En lenguaje coloquial resumido, se trata de una herramienta de planificación que al determinar el mal funcionamiento de una empresa, se utiliza para rediseñarla pero con la visión de comenzar de cero.

Cuando sientes que la relación de pareja se hunde, el alma se hace jirones. El dolor se pega del espinazo… de tu alma. La soledad araña tu columna vertebral. No puedes escapar de ti mismo, son tus fantasmas que están ahí…dentro de ti. La soledad… espanta. El presentimiento te produce un vacío que temes no poder volver a llenar.

¿Es tu caso y lo estás viviendo? ¿Estás desorientado, perturbado y no sabes que hacer?

Pues yo te digo que si la llama del amor sigue viva y puedes revisarte con capacidad crítica e intención de… reinventarte; si presientes que del naufragio pueden salvarse dos y no uno, entonces es hora de luchar con todo, sin importar riesgos, medios o costo. Hay demasiado que perder, pudiera ser la parte más hermosa de tu vida y… tus sueños.

Sé como se siente. Hace años lo viví. Miré la cara del fracaso sentimental y sentí el frío de las lágrimas. Me consta que no hay otra alternativa que luchar. Sin amor no se vive, se sobrevive.

Aun en la peor situación la esperanza permanece. Es la historia del mundo… y de nuestra vida. Cuando está en juego la felicidad, hay que luchar. No hacerlo sería cobardía y nunca nos lo perdonaríamos. En el intento no estarás solo porque Dios es amor y estará contigo.

Entonces, si para volver a ser feliz eres capaz de olvidarlo y perdonarlo… todo, haciendo una retrospección sincera de tu comportamiento, reconociendo lo que diste o dejaste de dar o lo que pudiendo hacer no hiciste, recuerda que cuando se considera todo perdido, no queda nada más que perder y se juega a ganar.

Intentar la solución que prescribo implica experimentar sentimientos duros… dolorosos. Se requiere aceptar los errores cometidos y que se ha fallado.

Recomponer la relación requiere un temple especial. Hay tanto dolor que puede ser tan debilitante. Quizás sea el motivo principal por el cual muchas parejas ni siquiera se plantean la posibilidad de reiniciar la relación.

Pudiera ser que tu par también lo necesite, que lo desee pero no tenga tu integridad para olvidar el dolor, frustración, perturbación y soledad en el alma… y en la piel.

Entonces, si te decides, si te dices a ti mismo lo haré, levanta el vuelo como el águila, con valor, con fe, con esperanza renovada, seguro de tu peso específico; de lo que vales, de lo que mereces, de lo que en justicia te corresponde y adelante. Tenemos el arma de la reingeniería que en otros casos ha sido efectiva, lo demás está en tu diligencia y… en manos de Dios que todo lo hace bien.

Si te interesa, mañana te espero para preparar la estrategia…

Próxima Entrega: REINGENIERIA DE PAREJA (Un nuevo Proyecto)

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