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Archive for the ‘AUTOCURACION’ Category

ALPES

Los cinco años anteriores al agresivo cáncer que me agravó durante un año, luego de la publicación del libro UNA VIDA FELIZ en 2005, dediqué el 60% de mi tiempo a dar conferencias en Asociaciones sin fines de lucro, Universidades, Iglesias; consejería familiar; columnista en periódicos y revistas;  y finalmente, mediante mi blog  WWW.UNAVIDAFELIZ.COM, cual aún durante ese duro período, pude mantener, con menos actividad pero vivo, siendo que hoy ha recibido más de Dos Millones de visitas.

 Esa dolorosa experiencia, superada con éxito, y ya olvidada gracias a la buena atención médica, el amoroso y dedicado cuidado de mi esposa y mi familia, mis amigos (que hoy son mis hermanos), y las muchas oraciones que en mi presencia y en Iglesias de diferentes credos, me consta elevaron por mi sanación, que se produjo de manera milagrosa, de alguna manera complementó mi concepción sobre mi rol y el de todos los seres humanos  que habitamos esta tierra, el cual tiene que ver mucho con no desperdiciar ni un segundo de esta hermosa aventura que es nuestra vida físico-espiritual.

En principio, siempre he sido muy receloso con la medicina convencional y la farmacopea alopática. Sin embargo, luego de pasar por cuatro clínicas y unos cuantos médicos, aprendí que, como todo en la vida, existen diferencias de actuación, criterios,  aplicación de tratamientos y atención personal a los pacientes. Pero, en general, tuve el privilegio de conocer a tres médicos, a quienes agradezco su atención especial y que hoy, venturosamente son mis amigos.  Ellos hicieron la parte que les tocaba;  mi esposa y yo hicimos la nuestra amarrados a nuestras convicciones, fe y optimismo.

En segundo término, no obstante que hubo momentos cuando nadie daba medio por mi vida, mi esposa y yo estuvimos convencidos de que, con el favor de Dios, lo superaríamos… y así fue. La sanación me convenció de que, si somos diligentes sin desfallecer, nuestro sistema de auto inmunidad funciona, siempre y cuando  lo ayudemos con nuestra mente (fe, confianza y oración); Agua sana (no refrescos ni otro tipo de  bebidas);  Oxígeno en nuestras células (buena respiración); Buena Nutrición (cero azúcares refinados o edulcorantes, alimentos tóxicos por su acidez y/o elementos químicos conservantes); Sueño reparador (6 a 8 horas diarias); Escuchar Música todos los días y compartir con la familia y los amigos, sin dar tanta importancia a los asuntos diarios, que es como decir: VIVIR UN POCO MAS.

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           EL AMOR ES ANTES Y DESPUES DE ESTA VIDA

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Hoy escribo para las parejas que se aman con todo su cuerpo y alma para dejarles un mensaje de esperanza, que además contradice la voz de las “Casandras agoreras” que tantos males le atribuyen a la unión permanente de dos personas que se aman y deciden compartir su hoy y su… mañana.

Soy casado, convencido de que es esta condición la que me ha permitido ser feliz toda la fase de mi vida en unión de mi actual cónyuge, cual ya lleva más de 43 años lo cual me da autoridad moral para hablar del matrimonio; por lo menos… del mío. Muchas veces he oído decir que los cónyuges se unen hasta que la muerte los separe. En verdad, sin ánimos de calificar a quienes lo aseguran, no creo en esta expresión usada especialmente en el momento de contraer matrimonio.

Soy un convencido del apotegma de que “No somos cuerpos viviendo experiencias espirituales sino espíritus viviendo experiencias corporales.” Como consecuencia, contraje matrimonio con mi querida y tierna esposa no solamente con mi cuerpo, sino, y quizás con una vinculación más fuerte, también con mi espíritu. Por eso, para nosotros (Porque mi esposa comparte conmigo este criterio), cuando llegue el momento de regresar al lugar del cual vinimos a este mundo –cual es lo que el vulgo llama “muerte” – independiente de quien se vaya primero, no nos separaremos porque nuestros espíritus seguirán vinculados por ese cordón de plata supra físico entre esta vida y en el más allá, con la misma o mayor intensidad como lo es ahora.

No, la muerte no nos separará, porque así como no hemos permitido que en esta estancia terrenal con tantos altibajos, circunstancias especiales y tentaciones nos separen; menos aún lo asentiremos cuando alguno de nosotros o ambos dejemos esta “morada”. Es que como lo sentenciara Jesús de Nazaret: “En la casa de mi Padre muchas moradas hay…” esta es sólo una de esas moradas y lo único que sucederá cuando nos vayamos será que pasaremos a una nueva “morada”, que no tiene porqué ser ni exclusivamente espiritual o física. Esa es nuestra mayor esperanza, que no tenemos duda se fortalece todos los días con los mil detalles que nos permiten ratificar ese amor maravilloso que por tantos años hemos compartido y transformado en tres bellas hijas y dos hijos, quienes nos obsequiaron once hermosos nietos, que hacen más dulce nuestra tercera edad.

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LA ENFERMEDAD Y EL ESPIRITU (TERCERA ENTREGA)

                            AYUDATE  Y  YO  TE  AYUDARÉ

Frente al multimillonario negocio que ha resultado para laboratorios y “especialistas” los más de mil tipos de cáncer (Existentes especialmente en sus mentes),  diariamente divulgados y que inciden en contra de nuestra economía y salud, algo tenemos que hacer para protegernos.

Desde mi óptica, nada comprometida con intereses económicos ni científicos, pero profundamente humana y elementalmente práctica, dos son las armas más efectivas a nuestro alcance: en primer lugar, nuestra fe en el poder que Dios nos comparte en cada segundo de nuestra existencia; y en segundo término, una alimentación balanceada y menos acidificante de nuestro cuerpo, cual es el terreno abonado para la mayoría de las enfermedades,  conforme a la opinión del Dr. Otto Heinrich Warburg (1883-1970), Premio Nobel 1931 por su tesis «La causa primaria y la prevención del cáncer», quien atribuía esta enfermedad a una “…alimentación antifisiológica y un estilo de vida antifisiológico…”. Este científico de la salud relacionaba la “Alimentación  Antifisiológica”, a la dieta basada en alimentos acidificantes y sedentarismo. Sobre esta base él determino que “Los tejidos cancerosos son tejidos ácidos, mientras que los sanos son tejidos alcalinos.»

 De tal manera, en primera instancia nuestro fortalecimiento espiritual nos protegerá de muchas enfermedades, en la medida en que no tengamos duda de que:

-Somos la obra más acabada y perfecta de Dios y por tanto nada debemos temer;

-Como hechura de Dios, lo normal es la salud,  la enfermedad es la excepción;

-Tenemos capacidad para vencer cualquier padecimiento, porque nuestro cuerpo  se renueva permanentemente;

-Nuestro cuerpo sigue las órdenes de la mente que se conecta con el espíritu y este con Dios, quien nos transfiere su poder y podemos aplicarlo;

-Nada es más poderoso que Dios y Él está con nosotros y así será… siempre.

Para crear las condiciones para aplicar la efectividad de nuestra fe, estamos obligados a amar y por tanto cuidar de nuestro cuerpo físico, proporcionándole alimentos que fortalezcan el organismo mediante un metabolismo  fisiológicamente idóneo.

Así tendremos que, para tener una vida sana deberemos estudiar la abundante información tanto en Internet como en otras fuentes, de cuál es el valor nutritivo y curativo de las frutas y los otros vegetales, que tenemos a nuestro alcance; así como el nivel de utilización de fertilizantes e insecticidas en su producción, que pudieran afectar negativamente su consumo.

En segundo término, investigar los niveles de acidificación de las diferentes carnes y otros productos energéticos utilizados en la alimentación, especialmente el azúcar refinada. Asimismo, revisando sobre los conservantes utilizados en los productos enlatados y embotellados, así como su integración química para determinar su influencia en la salud.

Con toda esa información procesada y evaluada, estaremos en plena capacidad de consumir y utilizar aquello alimentos que nos permitan considerarnos sanos, fuertes y bellos, lo cual unido a nuestra espiritualidad nos hará menos vulnerables, y quizás inmunes a la mayoría de las enfermedades. Es esta la actitud que conozco en la gente sana y… feliz.

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            SOMOS EL MILAGRO MAS GRANDE DEL MUNDO

Estudiosos estiman la vida del hombre sobre la tierra en Dos Millones de años, sufriendo enfermedades que  logró superar hasta poblar el planeta.

Como siempre tuvimos el mismo cuerpo con el cual hemos sobrevivido como especie, independientemente de las enfermedades que siempre han existido, si consideramos que también es casi unánime el criterio de que la medicina como disciplina no tiene más de seis mil años (Civilización Sumeria- Código de Hammurabi)… ¿Cómo sobrevivió miles de años sin conocerla?

Pienso que lo fue por su instinto natural y la convicción de su capacidad para identificar los elementos a su alcance para vencerlas.

Hoy, avanzado  el conocimiento en materia de conservación de la salud, no obstante haber surgido nuevas enfermedades y mutado algunos virus, microbios y bacterias que contribuyen a afectar su salud, el hombre ha descubierto la alta incidencia de su estado de ánimo y comportamiento interno en la posibilidad de evitar, hacer menos graves o, inclusive vencer las enfermedades.

Así, lo que antes se llamó “curaciones milagrosas” o se atribuyó a labor de personas “iluminadas”, serias investigaciones han demostrado que no es otra cosa que el convencimiento  y uso de esa fuerza interna y ese poder auto sanador que somos capaces de generar, en la misma medida en que  nos convencemos de nuestro poder para vencer los males que nos afectan.

Por ejemplo, siempre existió el cáncer, pero ese bombardeo permanente por todos los medios posibles que, de alguna manera, todos estamos en riesgo de contraerlo: las mujeres en los senos, el útero y ovarios; los hombres en la próstata; los fumadores en los pulmones; y en general, todos en el colon, el hígado, los riñones, por citar algunos, crea una psicosis colectiva de riesgo que en nada beneficia la confianza en la salud.

Supuestamente con intención preventiva, logra el  efecto contrario: terror y perturbación que afectan el estado de ánimo colectivo, aumentando el estrés, que se ha comprobado es fuente de las  enfermedades, y que lleva a relacionarlo con  situaciones que no tiene nada que ver con el asunto.

Como la mente se nutre de la información  que recibe y el cuerpo responde a lo que esta le ordena, ese mismo temor, que se hace progresivo e inicialmente infundado, pudiera ser el principio de la patología.

¿Qué podemos hacer para fortalecer nuestra mente  y cuerpo frente a tales augurios de riesgos fatales? Lo trataremos en la próxima y última entrega.

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“No hay enfermedad del cuerpo sin enfermedad del espíritu.”

He recibido solicitudes de lectores quienes, además de sus problemas sentimentales y económicos, dicen sentirse agobiados por enfermedades sin una razón aparente, que les sumerge en una existencia indeseable, sobre tratar la posible vinculación entre la tranquilidad espiritual y la salud integral.

Trataré de emitir algunos criterios más allá de cualquier disquisición terminológica sobre términos  médicos, sobre lo que considero relación directa entre el espíritu y nuestra salud, desde una visión holística del entorno humano y no únicamente física o espiritual.

En esta página diariamente tengo contacto con cientos de personas que como yo, sentimos la importancia de tratar el tema con la mayor amplitud de criterios posible, no sólo del punto de vista estrictamente médico curativo, sino más allá, dentro de la nueva psicología y otros planteamientos de carácter psiquiátrico; porque al fin y al cabo, todos somos afectados.

Al  menos en el entorno de mis asesorados, la mayoría de quienes manifiestan deterioro de su salud, al analizarlos en su intimidad, se observa que viven inmersas en conflictos personales sentimentales y/ familiares, resentimientos, frustraciones y sentimientos de retaliación, lo que denota que sus enfermedades son consecuencia de su intranquilidad espiritual.

Es que en mi opinión, luego de haber  superado los setenta años sin enfermedades diferentes a una apendicectomía o un resfriado cada varios años, estoy convencido de la perfecta vinculación entre la mayoría de las enfermedades y la situación de desequilibrio o desarmonía físico-espiritual.

Sobre el tema, enriquece comentar lo expuesto por  el desaparecido Psiquiátra, conferencista y escritor francés David Servan-Schreiber: “No se puede separar el estado físico del estado mental… la clave de la medicina del siglo XXI será el vínculo entre el cuerpo y el espíritu… esta sabiduría está siendo recuperada por la medicina, porque la ciencia demuestra que funciona.

No obstante, el fundamento de este calificado criterio de un científico de la Salud no  es nada nuevo, ya que, cientos de años antes de Jesucristo, un filósofo griego comentaba: “No hay enfermedad del cuerpo sin enfermedad del espíritu.”

Hoy existe una extraordinaria expectativa en el mundo sobre el tema de la espiritualidad vinculada a la felicidad; y consecuencialmente, la influencia de su desequilibrio sobre el surgimiento de las enfermedades, como una reacción de nuestra parte física ante esa intranquilidad espiritual, lo cual alcanza una diversa escala de investigación, estudio y divulgación,  cuyos resultados, por la limitación de espacio, continuaré tratando en la próxima entrega.

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» LO QUE TU DES A TU HIJO, ESO DEVOLVERÀ A LA SOCIEDAD»

Sin una explicación racional, más allá de falta de fe en nuestra condición de seres inteligentes, hemos desarrollado una progresiva cultura del «NO»

¿Por qué entonces la sorpresa por los rostros taciturnos, preocupados, desmejorados, y, si se quiere… angustiados, si desde que el niño empieza a comprendernos, en vez de aceptación amorosa y paciente explicación a su natural curiosidad e inquietud, casi siempre recibe negación?

¿No es la familia del niño lo más inmediato, de quienes se espera la obligación de informarle?

Pareciera que el «NO» se hubiese tomado como solución cómoda para no explicar, informar y orientar a quienes lo requieren, constituyéndola en fuente prolija de ese monstruo de mil facetas desde que nace hasta que morimos: el temor.

Desde su más tierna edad los niños son enfrentados por el «NO», sin suficiente explicación del porqué no deben hacerse las cosas de tal o cual manera.
No llores, no grites, no te chupes el dedo, no toques eso, no te rasques ahí, no digas eso, no hables duro, no silbes, no salgas, no brinques, no comas así, no camines así, no molestes; te dije que NO…NO…NO, hasta que dejes de respirar.

Nadie les explica porque todo tiene que ser «NO». Simplemente se les impone y ellos, como no saben como reclamar una respuesta razonada, insisten en hacer las cosas como se los ordena su instinto, para recibir un nuevo y contundente «NO», acompañado con gestos o acciones cargadas de incomprensión, falta de amor y caridad, indicativas del «NO» definitivo: «CÁLLATE».

Ese imperio del «NO» en sus primeros años, les genera temor, inseguridad y desconfianza en… todo. Su efecto inmediato baja su autoestima, golpeando su curiosidad natural como fuente de su aprendizaje. En tal estado emocional cabe preguntarse:

¿Cómo queda la necesaria motivación para investigar, estudiar, aprender a ser mejores y felices, en un mundo donde todo es negativo? ¿Qué incentivos para obtener conocimiento y sabiduría pueden recibir de quienes más que la felicidad importa el cumplimiento normativo de una sociedad saturada de vanidad, preocupación, angustia y… temor?

Se requiere reflexionar sobre este asunto, son los padres y educadores quienes están obligados a entender a los niños, porque tienen mayor experiencia de la vida y por tanto les corresponde orientar y canalizar, más que imponer el aprendizaje; máxime cuando los primeros los trajeron al mundo sin su permiso, y los segundos reciben una paga para enseñarlos. La sinergia del desarrollo y su objetivo último de producir paz y felicidad, hace necesaria la revisión.

Un cambio de actitud facilitaría entender la rebeldía de los adolescentes; pero también la obligación de los padres de compensar a sus hijos por lo que a su vez ellos recibieron de los suyos, y que en derecho corresponde a sus vástagos: formación para una vida plena.

Siento que hemos desviado el camino hacia la realización material-espiritual del ser humano, dando mayor importancia a paradigmas tradicionales, formalidad y solemnidad, que a la necesidad de una formación para una vida feliz; olvidando que el aprendizaje no se obtiene únicamente para el hogar y/o las aulas, sino para una vida que deberá hacerse fuera de ellos.

Debemos desterrar el muy cómodo «NO» como excusa para evadir nuestra obligación de explicar, sustituyéndolo por el placer de aprovechar la muy temporal oportunidad de orientar a nuestros hijos y pupilos, hacia una vida donde el «NO» deba ser la excepción y el «SI» la regla, porque la felicidad se fundamenta en decir «SI» al amor, a la verdad, a la aceptación, a la comprensión, a la generosidad y… a DIOS.

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Para enfrentar la infidelidad de algún miembro de la pareja, no queda otra opción que la de asumir el hecho; aceptando con sinceridad y valentía cualquier implicación de culpabilidad que pudiera corresponder por el descuido, desidia, imprevisión o mala comunicación con el ofensor, sin que ninguna de estas desinteligencias signifiquen justificación a tan desleal actuación.

Determinado, mentalmente procesado,  y aceptado el nivel de la implicación personal del ofendido, que pudiera haber incidido en la actuación del infiel,  corresponde considerar la parte positiva del evento, que más allá del dolor y posible frustración que deje en el alma,  pudiere aportar una experiencia capitalizable en una nueva relación.

En principio, quien actúa con tanta deslealtad, hipocresía y falta de personalidad, puesto que antes de dar el paso, pudo hablar sobre la situación y con un mínimo de decencia, consideración y respeto  por su pareja, manifestar su desamor, cual sería lo mínimo que merecería quien  ha cumplido con los pactos afectivos que fundamentan la relación, simplemente no es una buena compañía.

En segundo lugar, para vivir con una persona que no tiene la valentía de decir lo que siente ni tiene ningún respeto por la persona humana,  sino que es capaz de traicionar sin considerar la mínima lealtad prometida, pues pienso que es una suerte que se vaya lo más pronto y lejos posible.

Si bien es cierto que debe ser una situación dolorosa, no menos cierto es que no deja de ser una ventaja, ponerse a distancia de una persona que, cual  alimaña, se embosca en la sombra para atacar en cualquier momento.

El amor verdadero, que es sublime y físico-espiritual, aunque está imbuido de pasión, no es una fijación mental irracional, porque eso sería enfermizo; sino que se nutre de la ternura, la magia, la aceptación y el reconocimiento,  que se traduce en manifestaciones continuas y permanentes de afecto y solidaridad. Cuando esos factores no se dan, simplemente no vale la pena mantener la relación.

Por tanto, la infidelidad no es algo que se pudiera evitar al cien por ciento. Responde a la naturaleza del individuo. Se trata de un comportamiento que tiene que ver con su ser integral. Tarde o temprano saldrían a flote sus verdaderos sentimientos, y qué bueno que sucede temprano, cuando aún no se ha otorgado todo el amor, la dedicación y la confianza.

La infidelidad ofende al actor y sus consecuencias negativas le perseguirán siempre, no así al ofendido.

Lo importante es tener presente, que  el hecho de que alguien falle es un suceso aislado. No es la generalidad. Hay más personas buenas que malas y más leales que desleales en este mundo. Cuando alguien falla, otros están dispuestos a resarcir con creces la ofensa recibida;  así es y ha sido siempre en este mundo.

El dolor es extraordinario maestro, porque nos hace diferenciar entre lo agradable y lo desagradable. De alguna manera, nos prepara para disfrutar mejor lo que está por venir. Esa es la parte positiva.

Si alguien nos abandona, pues se lo pierde, porque nosotros conocemos nuestro propio valor; sabemos que tenemos mucho que ofrecer, mucho que dar, pero también mucho que disfrutar; y en el camino de la vida, en sentido contrario, siempre viene alguien que espera encontrarse con nosotros, y esa persona compensará con creces todos nuestros sufrimientos: BIENVENIDA SEA.

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«MI CUERPO NO INFLUYE EN MI ESPÌRITU, PERO MI ALMA DETERMINA COMO SE SIENTE MI CUERPO.»

En su màs alto nùmero, las enfermedades del cuerpo son soportables, controlables y en muchos casos, curables. Conocí personas que convivieron más de veinte años con enfermedades consideradas graves, así como vi morir en menos de una semana, por una supuesta gripe mal curada, a una persona de apenas treinta y cinco años.

Como quiera que no escribo para doctos o eruditos, sino para la gente común que le interese oír un testimonio de alguien que ha vivido más de sesenta y seis años con mu buena salud, les comento mis observaciones sobre el tema de las enfermedades físicas que pudieren afectarnos.

Considero la más grave de las enfermedades aquella que agrede mi alma; porque al perturbar mi estado de ánimo, me hace más vulnerable al crear las condiciones para que las enfermedades ataquen mi cuerpo.

Mi sistema inmunológico natural responde a mi estado de ánimo. No conozco a personas que derivado de un estado de felicidad, le haya afectado alguna dolencia o enfermedad. Pero si se de quienes por situaciones de estrés, tristeza, baja autoestima, frustración o ira, derivaron enfermedades que les fue muy difícil o imposible superar.

Fuimos diseñados con todas las condiciones para ser felices y se nos dio un mundo donde todo está previsto y a nuestro alcance para lograrlo. La contrapartida es la de ser útiles a nuestros semejantes.

No conozco personas ciertamente felices y útiles que sufran de graves enfermedades; y eso lo atribuyo a que su alma rebosa de amor, alegría por la vida y las personas.

Creo en reglas naturales que no están escritas, pero en mi caso siempre funcionaron; pienso que nuestra vida tiene dos objetivos primordiales: felicidad y utilidad. Cuando no los cumplimos a cabalidad, la naturaleza nos saca del camino, porque ni merecemos la vida ni justificamos nuestra permanencia en ella.

Hoy disponemos de una medicina alopática que elimina cualquier dolor, pone a dormir al insomne y hace más llevadera cualquier dolencia. Asimismo, la medicina natural se aplica con éxito a muchas de las enfermedades del cuerpo.

Pero no hay laboratorio que fabrique o expenda un gramo de tranquilidad espiritual, amor, sensibilidad, solidaridad, fe, confianza o… esperanza; porque estos factores solo están presentes cuando tenemos tranquilidad espiritual y estamos contentos con nosotros mismos, respondiendo al fin para el cual Dios nos trajo a este mundo.

Por eso sugiero procurar salud espiritual, disfrutando las bendiciones que Dios nos da todos los días; considerando que la vida es buena; aceptando que todo problema es pasajero; disfrutando de lo que tenemos y preocupándonos menos de lo que carecemos; aceptando a las personas en su diversidad y bendiciendo cada día, porque el mayor privilegio es mantenernos con vida.

Creo que más que la enfermedad del cuerpo y su gravedad en sí mismos, debemos ocuparnos de buscar su origen, y estoy convencido que la felicidad personal, al preservar nuestra alma, sino se constituye en un antídoto, pudiera ser una especie de buena vacuna para cualquier enfermedad.

Próxima Entrega: LA IMPORTANCIA DE SENTIR.

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«EL AMOR Y LA FELICIDAD  TIENEN EFECTOS CURATIVOS».

Conocemos que «En cuerpo sano, mente sana.», pero, para que esos dos esos gemelos cuerpo-mente se mantengan sanos, se requiere indefectiblemente: UN BUEN ESTADO DE ANIMO.

La novísima teoría de la Psicología Positiva, está demostrando que deben estudiarse los procesos que subyacen a las cualidades y emociones positivas del ser humano, porque la felicidad personal incide en la salud integral del individuoLo he visto repetirse por décadas: las personas felices, por lo general son sanas física y mentalmente.

El amor, alegría, positividad, proactividad y fe, hacen la fórmula más efectiva para prevenir las enfermedades; y como cóctel es el mejor para celebrar la buena vida que todos merecemos.

A. Engelhard decía: «Mortales: sabed que habéis nacido para ser la personificación de la felicidad.» Si esta acertada admonición la tomamos como bandera, podemos llevar las enfermedades a su más bajo nivel.

Hombres inteligentes, moderados y santos que aportan amor, confianza y esperanza al mundo, sostienen que la presencia física del hombre, de alguna manera deja percibir fácilmente su estado de salud mental, vinculada a su estado de ánimo.

Las especulaciones mentales constantes, como seres humanos llenos de inquietud y curiosidad nunca satisfecha, acumula estrés a nuestra vida diaria, llevándonos a una magnificación de la preocupación, que resta efectividad a lo único realmente importante: ocuparse de encontrar la mejor forma de resolver el asunto.

La alegría de vivir una vida llena de retos y oportunidades de dar y recibir amor, con un cuerpo que se renueva en cada segundo, hacen un efectivo escudo frente a las enfermedades; porque estas no pueden subsistir en un cuerpo regido por la felicidad, el optimismo, la fe, y la esperanza de que podemos diseñar el mañana, si llega para nosotros, porque su resultado será producto de nuestra actuación de hoy.

La risa y el buen humor, unidos al sentimiento de compartir, producen el buen estado de ánimo, cuyos efectos positivos se hacen patentes al observar el cambio inmediato de actitud y progreso en la curación de una persona enferma, cuando es constantemente animada, visitada y celebrada por sus amigos, frente a otra en iguales condiciones de salud, pero solitaria y triste.

Por su parte, las personas negativas y con pésimo estado de ánimo, sólo requieren conocer su posible padecimiento de una enfermedad, para de inmediato, sin segunda o tercera opinión médica, empezar a prever resultados fatales. En la acera contraria, enfermos desahuciados que se dedicaron a disfrutar intensamente lo que supuestamente les quedaba de vida, obtuvieron curas realmente milagrosas o al menos sin explicación médica convencional.

La meditación utilizada sistemáticamente es un recurso que aporta capacidad a esa especie de autocuración que representa nuestro buen estado de ánimo.

Es que la condición fundamental de la vida es… vivirla. Si no la amamos, hacemos agradable, interesante y renovada; si no la disfrutamos con fruición, con avaricia, cual es la mejor forma de dar gracias a Dios por mantenerla, simplemente, como el agua de los ríos, se va y… no regresa.

Próxima Entrega: OPTICA DE LA VIDA

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