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Archive for septiembre 2011

Diariamente escucho a personas quejosas, lamentando que tenemos muchos problemas, que la vida se ha hecho inaguantable, que los jóvenes no respetan y que los viejos son unos desvergonzados.

Y yo me digo: ¿No es acaso la vida un camino largo donde encontramos escollos, baches, colinas y acantilados que debemos superar? Pero… ¿No es también un sendero donde crecen flores y donde al lado de todas las dificultades existe la belleza de vivir? Porque… luchar y vencer los inconvenientes es extraordinariamente reconfortante.

Asimismo, al tiempo que por una parte encontramos asuntos que pudieran ser difíciles de resolver, en ese mismo sendero también transita el amor, la familia, la  amistad y la solidaridad humana, que son el premio y la razón de existir.

No es cierto que el presente sea peor que el ayer o que el futuro vaya a ser mejor. Sucede que las gentes actúan de forma diferente, porque  como el mundo gira y rota, su sinergia y dinamismo afectan la conducta humana.

El sentido de los valores corresponde a un tiempo y un espacio determinado; por lo cual no acepto la conseja de que la gente de ayer fue mejor que la de hoy o que la de mañana será mejor que la actual, porque  los conceptos de la vida y de las cosas, varían con el devenir de los acontecimientos.

No existió antes más justicia o el mundo fue mejor que hoy, sino que fue diferente. Es que nada fue más injusto que la esclavitud ni más terrible que los genocidios de la Segunda Guerra Mundial, situaciones que hoy  ya no ocurren.

 La extraordinaria pobreza y exclusión de la mayoría de la población, así como la inquisición en la Edad Media, fueron superiores a cualquier mal de hoy.

Lo importante es ubicarse en el presente, donde todos los días encontramos oportunidades para ser y hacer cosas buenas para nosotros y nuestros semejantes.

Nuestro mundo, siempre ha sido y será más o menos lo mismo; en el caben  holgadamente el amor y el odio, el bien y el mal; a cada uno corresponde tomar la opción: la de los optimistas que ven en cada circunstancia una oportunidad  para ser felices, o de los pesimistas que en todo evento encuentran una fuente de  temor. Los primeros serán felices, pero los segundos perderán un precioso tiempo para disfrutar la vida, que ya jamás podrán recuperar.

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Este vocablo de inmenso sentido humano, se hace inconmensurable cuando se trata de la relación de pareja, porque representa ese especial compromiso que, aunque no se escribe en ninguna parte, se convierte en la base fundamental de la permanencia en esta tan personal relación humana.

Es que el hecho de que alguien nos escoja dentro del universo de miles, y quizás millones de personas, para hacernos una persona especial en y para su vida, es algo extraordinario, y si se quiere… casi milagroso.

El hecho especialísimo de ser detectado por otra persona que nunca antes nos vio, con diferente cultura e ideología sobre la forma de ver la vida  y las cosas; quien pudiera ser que incluso profese diferente religión, conlleva una importante, cuidadosa y permanente actuación personal.

Se trata de una circunstancia vivencial que  tiene que ver con los valores más  relevantes en una relación humana tan íntima como la de hacer pareja, donde cuando se solidifica la relación, más que unirse, dos personas llegan a confundirse física y espiritualmente.

Filosóficamente, el Compromiso es el continente y sus contenidos son, precisamente, esos valores representados por la verdad, respeto, aceptación, reconocimiento, solidaridad, fidelidad, comprensión, generosidad y buena comunicación, cuales se constituyen en la piedra angular sobre la que descansa el objeto de la relación: EL AMOR.

Cuando se mantiene sólido el compromiso que se manifiesta en las actitudes apropiadas, ambos están seguros de lo que tienen y lo que vive.

El convencimiento de que siempre se dice la verdad, genera la entrega íntegra y sin recelos, porque se materializa con plena libertad, sin coacción de ningún género, porque sin ella el amor se hace mediocre y calculado.

El respeto,  la aceptación y el reconocimiento, edifican la personalidad humana y aumenta la autoestima, alimentando la convicción de que se  hizo una elección acertada al escoger la pareja que comparte nuestra vida.

La solidaridad, fidelidad, comprensión y generosidad nos recuerdan a cada momento que no estamos solos en el sendero de la vida; y la buena comunicación permite la manifestación permanente de los sentimientos de amor, que constituyen los eslabones de esa fortísima cadena, que protege el compromiso en una relación edificante y duradera.

No es difícil mantener el compromiso, si estamos conscientes de lo extraordinario que es encontrar en esta vida alguien que, con amor y dedicación, quiera compartir la nuestra.

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MI DIVERSO MUNDO

BOULDER COLORADO

Boulder, Colorado, camino por las calles sin conocer a nadie, pero todas las caras me son familiares: hombres, mujeres, niños; rubios, blancos, afroamericanos, latinos, pero todos en lo mismo; tratando de sobrevivir de la mejor manera posible.

Son la misma gente y el mismo mundo.  Es mi mundo y mi familia humana. Sonrisas, ansiedad, alegría, tristeza, sueños, ambición, decepción; unos apurados, otros lentamente; pero todos procurando encontrar alguien con quien hablar, con quien compartir, con quien huir de esa horrible soledad, que una sociedad sorprendida ante sus propios retos y atemorizada de ella misma, nos ha ido creando progresivamente.

En mi lucha contra esa tendencia a considerarnos extraños por ser de diferente nacionalidad, origen o raza aún siendo hermanos en Dios, sonrío a unos y otros, mientras siento el frío de la mañana, pero también la calidez de las miradas y signos positivos de respuesta de esas personas que no conozco, pero que como yo sienten que  somos diversos, diferentes, pero… familia.

Padre Celestial, gracias por haberme permitido vivir estos años; por todo lo que he conocido, por regalarme mi familia humana que tanto amo; por enseñarme a sonreír y a sentir amor por mis semejantes; por permitirme disfrutar igual del vuelo presuntuoso  del águila,  como del  parsimonioso paso de una mariquita  sobre el marco de mi ventana.

Padre amado, gracias por enseñarme a disfrutar de este maravilloso mundo de las cosas sencillas que llena mis días y mis noches; por el canto de los pájaros, el murmullo de las quebradas, la sonrisa de los niños, la belleza de las flores, la música de las campanas, el vuelo silencioso de las hojas al caer y el inigualable sonido de la palabra amor,  porque eso hace mi felicidad.

Padre no importa cómo, donde ni de que forma, ayúdame a llevar mi sonrisa, mi palabra, mi mano amiga y mi corazón abierto, a tantos hermanos solos y tristes quienes no han entendido que tú estás aquí con nosotros, en la tierra, en el agua, en el aire, en cada cosa o movimiento; que no requerimos nada extraordinario para ser felices, porque todo es bello, maravilloso, único; porque todo tiene una razón y un propósito; porque es tu obra que nos obsequias todos los días, sin considerar si lo merecemos o no y con la única intención de que seamos felices.

Y esta noche Padre, cuando las estrellas guiñen sus ojos al mundo y yo cierre los míos, déjame considerar que hice algo por alguien, porque así sentiré que soy digno de llamarme… tu hijo.

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NO DEJES PARA MAÑANA LO QUE PUEDAS DAR HOY

No se cuanto viviré y… no me preocupa mucho; especialmente porque no depende de mí, si no de esa fuerza universal que lo organiza todo y que conozco  como Dios, inclusive mi venida a esta venturosa tierra, donde siempre he sido tan feliz. Por tanto,  a toda hora trato de  demostrar a quienes amo todo lo que me importan y cuánto los necesito.

Mi espíritu, muy optimista pero realista, me indica que no se cuando partiré, y no debo correr el riesgo de pederme la maravillosa oportunidad de abrazarles, besarles y de toda forma posible demostrarles, quizás por última vez, mi amor y devoción.

Soy de naturaleza expresiva y disfruto increíblemente de la cara de satisfacción de las personas, cuando de alguna manera les expreso mi amor, mi consideración o mi respeto; percibo esa vibración positiva en ellos, que unida a la mía suelen hacer de mis momentos diarios y diversos, situaciones muy agradables.

No entiendo a quienes aman en silencio, guardan las palabras sentidas o los obsequios para los “días especiales”; en principio, porque para todos los días deberían ser especiales, y en segundo lugar, porque no beneficia a nadie que le retarden cualquier expresión de sentimiento que pueda ser gozoso.

Se que cuando me vaya, o mejor dicho cuando regresé a mi hogar supra natural, no dejaré odios ni rencores  en mi entorno íntimo, ni en quienes, de alguna forma, tuve la oportunidad de tratar o compartir experiencias.

También estoy convencido que a mis seres queridos, desde allá, en otra dimensión, como lo he hecho en esta vida continuaré velando por su felicidad y de tal manera en contacto espiritual. Por eso siempre les digo que nunca nos separaremos ni diremos adiós, sino… hasta después.

Es por lo cual insisto en que  cuando llegue el momento, no deben estar tristes, sino darle gracias a Dios por haberme permitido tantos años esta vida, feliz y a su lado.

Asimismo, he dicho que no quiero reconocimientos póstumos, sino que, lo que sientan o quieran hacer por mí lo materialicen ahora mismo, cuando todavía tengo este cuerpo que experimenta sensaciones materiales, porque luego, lo que hagan será para o por otros, pero no para mí.

Doy gracias a Dios por haber vivido y compartido con tanga gente buena sobre esta tierra, con quienes no tengo ninguna duda, más allá de esta vida física, espiritualmente siempre estaré con ellos.

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