Si no queremos que nuestro hogar se convierta en un cascarón vacío cuando los hijos se vayan, deberemos tomar las previsiones apropiadas a tiempo.
En el matrimonio el amor debe ser tan grande que alcance tanto para los hijos como para los esposos. Los hijos aportan ternura, amor, solidaridad y especial vinculación de solidez al matrimonio, pero su estadía en el hogar, como todo en la vida… pasará, mientras papá y mamá seguirán.
Es la historia del mundo y no podemos cambiarla; si acaso, podemos programar los lapsos del comienzo de la familia, su desarrollo, su maduración, el alejamiento de los retoños del árbol familiar para formar… nuevas ramas familiares.
Si amamos, respetamos, entendemos y aceptamos la posible diversidad de nuestros hijos; si somos buenos padres en su momento y mejores amigos cuando haga falta, pero sin darles lo que corresponde a nuestra pareja, entonces el proceso será exitoso, edificante y… permanente.
Desde que nacen los hijos, las parejas inteligentes establecen los límites de atención a cada integrante de la familia: a los hijos lo que corresponde, a la pareja lo que merece y la familia funciona perfectamente equilibrada.
Cuando el último de los hijos cumple 15 años, es el momento ideal para prepararnos para vivir sin ellos, continuar disfrutando de la vida y muy especialmente, porque ahora estaremos libres económica y físicamente de toda atadura, para amarnos más y con plena libertad.
Dos iniciamos el matrimonio con amor, emoción, sueños, magia y así debe permanecer hasta el final, porque siempre seremos… dos. Seguramente tendremos que repensarnos, y quizás, reinventarnos para volver a aprender a vivir solos, pero felices, entusiastas, satisfechos y …juntos.
Conviene volver a realizar algunas actividades solos como dos enamorados, robando tiempo al tiempo, pero inyectando esos toques de locura, cual es lo que corresponde a lo que realmente somos: dos enamorados.
Es momento de regocijarnos, de felicitarnos porque lo logramos: hicimos la familia que queríamos y… somos felices. Pero recordar que pronto viviremos… solos.
Vivir solos no es una tragedia, sino por el contrario, como sabemos que nuestros hijos son felices con sus nuevas familias, ya no tenemos tantos compromisos y estamos más libres para amarnos sin límites de ningún género, y eso es un privilegio.
En nosotros está escogerlo: o vivir una vejez amargados, disgustados, esperando que nos llamen los hijos, o vivir intensamente el regreso del… amor latente pero vivo.
Muy de acuerdo con este escrito, ya que es triste ver cuando los padres se quedan solos, como dos desconocidos, porque no le dieron el tiempo a la pareja, se perdieron en los hijos e hicieron a un lado al conyuge.