CADA DIA TRAE SUS PROPIAS PREOCUPACIONES…
Después de más de dos 2.000 años de haber sido pronunciadas, las palabras Jesús de Nazaret, continúan teniendo plena vigencia, para mantener una existencia armónica y equilibrada.
Siguiéndolas por más de seis décadas, he podido procurarme una vida feliz; por lo cual, dentro de lo posible, trato de divulgarlas.
Una de sus máximas, que para mí es un compromiso por el cual escribo este artículo, fue: “Al que se le da mucho se le pedirá mucho…” y no puedo negar que a mí Dios me ha dado… mucho.
Me entristece observar personas que, innecesariamente y con obsesión, se preocupan por lo que pudiere acarrearles el futuro; y lo que es más grave, por malos recuerdos del pasado,
Preocuparse por lo que pudiera suceder mañana, es un ejercicio de adivinación contra nuestra propia tranquilidad; ya que, evaluar eventos inciertos que pudieren perjudicarnos, cuales nadie puede asegurar que sucederán, es una actitud casi masoquista, sin ningún resultado positivo.
Pero, preocuparse por un pasado, sobre el cual nada podemos hacer para remendar lo errado o doloroso, es tan inútil como intentar tomar varias veces la misma agua de un río, porque luego que pasa no existe posibilidad de volver a retomarla.
Asimismo, si los problemas diarios normales ya son pesados ¿Cuál será su magnitud si les sobrecargamos con los que intuimos vendrán en el futuro, más aquellos que recordamos del pasado?
El resultado de tales comunes aberraciones mentales, es gastar nuestro tiempo con esos pensamientos negativos, en vez de dedicarlo a disfrutar intensamente el maravilloso hoy, lleno de bendiciones, precisamente para hacer nuestra vida agradable y placentera, que, como el agua del ejemplo, pasarán y nunca más podremos recuperar.
Jesús, siempre sabio, nos regaló una enseñanza que estamos obligados a meditar y evaluar, hasta hacerla parte de nuestra actuación diaria, porque, en buena parte, pudiera ser que de ella dependa, nuestra felicidad.
Esa sencilla pero didáctica sentencia, que para mí, como todo compendio filosófico de vida, es corto y sencillo, enseña: “Cada día trae su propio problema… basta a cada día su mal.” ¿Verdad que no es difícil entenderla, asimilarla, recordarla y practicarla?
Nunca es tarde para comenzar; pero cuando se trata de nuestra felicidad, se convierte en un compromiso. Así que, si somos de los que perturba el futuro o esclavizan las frustraciones y dolores pasados, tomemos esta tabla de salvación y, seguramente que siguiéndola, podremos corregir el entuerto.
Deja una respuesta