Soy experto en eso de cumplir años; de hecho he cumplido sesenta y nueve, cual es una cifra que a nadie disgusta. Estoy satisfecho y disfruto mi edad, tanto que disiento de mis colegas de juventud prolongada, quienes con la edad, progresivamente, descuidan la atención a su figura.
Siento que es un compromiso conmigo mismo mantenerme lo mejor posible, pero especialmente con mi pareja, porque es una forma expresivamente sentida de decirle: me importa como me veas porque… te amo.
El paso firme, pelo bien arreglado, vestimenta apropiada, perfume agradable, buen humor y… una amplia sonrisa, pueden hacer la diferencia entre una imagen de “viejo desgarbado” y una persona de “edad interesante”.
No es que los anos sean un estigma, pero buen tinte en el pelo, elegantes lentes de sol, ademanes gentiles y una cara de buenos días, además de elevar la autoestima, son capaces de presentarnos con cinco o diez anos menos de los que realmente tenemos, lo cual a nadie hace dano y nos hacen sentir de maravilla.
Conservarse activo; regalarse con el ser amado o los amigos un cafecito en un sitio público (que no en el Club de los Viejitos); un paseo diario, cuando un bailecito y… hacer el amor cuando se pueda, traducen la mejor medicina contra el estrés y el hastío, cuales son nuestros peores enemigos.
Desterrar conversaciones sobre médicos, achaques o enfermedades y comentar que nos sentimos “mejor que nunca” cuando nos preguntan por nuestra salud, logra que las personas apetezcan compartir con nosotros y se interesen por conocer como logramos ese buen estado de ánimo.
Una dama de ochenta anos, elegantemente vestida y un pelo gris que no canoso bellísimo, quien igual que yo pidió un whiskey en las rocas, me contó que conduce al hospital donde trabaja, y todos los anos en vacaciones, viaja a Europa o Medio Oriente… completamente sola. Al despedirnos, cuando le manifesté mi admiración por su talante de mujer joven, me dijo con una bella sonrisa:
-El cuerpo es importante y debemos cuidarlo, pero lo es más el espíritu y ese, definitivamente, no envejece.” Ella es un ejemplo de que trabajo, optimismo y confianza alargan la vida; y eso deberíamos aprenderlo.
Alguien escribió: la vida no es una fiesta pero debemos bailarla. Suscribo integralmente este apotegma. Nuestra existencia es una aventura emocionante, pero aunque no lo fuera tanto, seguramente vale la pena bailarla.
VIVIR PARA CRECER HACIA DENTRO Y EN SANA CONVIVENCIA CON LOS DEMÁS, EJERCICIO QUE SE GANA CON EL PASO DE LOS AÑOS. ADEMÁS DE CRECER EN TODOS LOS SENTIDOS, ES IMAGEN PARA NUEVAS GENERACIONES QUE RECOGEN CON DONAIRE Y SIN AFAN LA EXPERIENCIA DE LOS SERES QUE DEJAN HUELLA NO HERIDAS, SIN SABORES,PESARES,VACIOS… TODO POR NO INTENTAR DEJAR UN LEGADO, UNA EXPERIENCIA, UN ALIENTO, UNA ESPERANZA…