“MI ACTUACIÒN CON MIS HERMANOS ES MI PASAPORTE AL PADRE”
Una frase de Napoleón Hill, escrita hace màs de cincuenta años, me ha creado una profunda reflexiòn: «En última instancia nada importa.»
En verdad, cuando comparamos nuestra vida física y su incidencia en el Universo en tiempo y espacio, tenemos que aceptar que esa frase es absolutamente apropiada.
Pero… para un ser humano normal ¿Qué es lo que importa realmente y… en qué tiempo?
La respuesta tendría que ver con la forma de pensar y la ideología de quien la responda; pero, al menos en mi caso, que vivo por períodos de veinticuatro horas y no por meses ni años como las personas normales… importa cada segundo de este momento.
Importa que respiro, que amo, que siento el viento, el sol, el frío de la noche sobre mi cara y escucho las hermosas notas del sentimiento, cuando alguien me dice: te amo.
Importa que puedo tomar la mano de mis semejantes y trasmitirles un poco de esa extraordinaria convicción que me brinda paz y me hace tan feliz: mi fe en Dios, que conforma mi esperanza de que no hay catástrofe, por terrible que fuere, que me pueda destruirme integralmente; que aquí no termina todo, sino que de alguna manera, es un comienzo de muchos comienzos en mi viaje de ascenso espiritual.
Importa que puedo transmitir amor, bondad, solidaridad, sensibilidad, caridad, paz espiritual; y especialmente, que todos los días tengo la oportunidad de ser útil y… jamás la desaprovecho.
Importa mi certeza de que no soy un accidente de la naturaleza, sino una hechura especial de Dios que me da la fuerza para superar cualquier escollo, hasta cumplir la meta que dentro de su plan divino, Él me tiene impuesta.
Importa que se que nunca moriré en lo esencial, porque mi alma es eterna y está antes y después de toda circunstancia o cosa material, incluida esta vida física; que será conforme a mi comportamiento y mi actuación con mis hermanos humanos, mi pasaporte para llegar al Padre.
Por eso, de todo lo que pudiera afectarme negativa y físicamente, independientemente de la entidad o de su fatalidad: en última instancia, nada importa.
Pienso que el tener una actitud inclinada hacia el PERDON de corazón para con nuestros hermanos, es el primer sello que debe contener el maravilloso pasaporte que de manera muy cierta explica Dr. Amaury, nos lleva al Padre, una vez llegado el día que se presente nuestra muerte terrenal, para al mismo tiempo gloriosamente nacer en la eternidad.
El Padre Celestial nos lo dejo muy claro en las Santas Escrituras a través del Gran Maestro de los Maestros Moisés “Ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”, únicos y verdaderos mandamientos que nunca debemos olvidar, allí se resume la manera de cómo debemos actuar entre nosotros.
«Mi actuacion con mis hermanos es mi pasaporte al Padre»
SENCILLAMNETE EXTRAORDINARIO.
SALUDOS