Mirando hacia atrás en el tiempo y habiendo desarrollado una familia de cinco hijos, quienes tienen hogares felices, siento que paulatinamente se nos fue quedando una forma de vida que cambió bastante nuestro mundo, pero no nuestra vocación para ser felices.
Criar los hijos no era tan difícil, porque se alimentaban del seno materno, visitaban el médico una vez al año, jugaban descalzos en el patio o la calle, podían comer dulces o helados, no conocían antialérgicos, pero eran muy sanos.
No viajaban a Disneyworld, pero disfrutaban entusiasmados los paseos a la playa, la retreta, las películas vespertinas o los paseos campestres los fines de semana; y para dormir no requerían ninguna medicina, más allá de una limonada caliente antes de pedir la bendición, cuando dormían como lirones.
No conocían juguetes eléctricos, ni robots, ni nintendo; confeccionaban sus propios juguetes con carretes de hilo y latas de sardina, porque eran creativos, sencillos, conformes, respetuosos y… amorosos. Disfrutaban su niñez porque no asistían a la escuela sino hasta los siete años, lo cual les daba espacio para descansar, jugar y colaborar con las tareas domésticas, creciendo en el amor y solidaridad familiar. Tampoco se usaban filtros para el agua y el mentol era el remedio para los golpes, pero generalmente eran bien sanos.
Si no estaban en la casa, se suponía que compartían con los vecinos, los amigos o en la escuela, pero no en nada peligroso. No los amarraban a los asientos de los autos ni se temía por depredadores sexuales; pero no recuerdo ningún caso o deceso infantil por esos males.
Ninguno necesitaba psicólogo, porque no conocían “traumas”, “espacio propio” o “especial intimidad”, porque vivían la familia integralmente. Para su disciplina bastaba la psicología doméstica” de la nalgadita a tiempo, tan eficiente para evitar malos hijos y… delincuentes.
¿Qué sucedió y porqué cambiamos?
No lo sé con exactitud, quizás de todo un poco; se trata de un nuevo tiempo preñado de cambios, que nos reta y debemos enfrentarlo serenamente. Seguimos siendo los mismos sobre la misma tierra, donde todo tiempo es apto para la vida buena.
¿Cuál es la moraleja y qué debemos considerar como enseñanza?
Que sin lamentaciones inútiles, evocaciones tristes o detenernos para que el desarrollo nos atropelle, conviene de vez en cuando mirar atrás, para sinceramente, evaluar el pasado, apreciar el presente y por esas experiencias, planificar el futuro en función de una felicidad que siempre es posible lograr.
Hola Dr. tengo problemas en mi matrimonio, ya tenemos 12 años de casados y todo se ha vuelto rutinario. Mi esposo ya no es aquel hombre bonito y tierno; ahora todo son gritos y casi creo le molesto. hace dos años le descubri una infidelidad y lo superamos, pero en realidad vivir sin amor es duro… he tratado de cambiar yo para ver cambios en el pero nada. tenemos una hija eso si, es muy buen padre pero ya como hombre es frio. No se si seran los años juntos, la rutina o que no hay amor.
El se esmera en su trabajo para mantener su hogar, estamos bien economicamente, varias veces he hablado con el de la situacion, pero no le presta la atencion que tiene nuestro problema. Porque para mi esto es grave yo estoy mucho tiempo sola al igual que el porque viaja constantemente. Quisiera me diera su vision al respecto. ya en otras oportunidades le he escrito. bay…
Que lindo este articulo Dr. Castillo….como todos los suyos…
pero este me llevo a mi niñez, y eso que usted dice siempre lo comentamos mi hermana y yo, en esa época no habia nada de eso y crecimos felices…ahora no hay infancia,,los niños estan totalmente involucrados con los adultos, a tal punto que si la mama inica un cuento el que continua es el niño….sabe todo lo que se habla entre adultos¡¡¡¡ es de terror…algunos niños de mi entorno no entienden como pudimos pasar esa etapa sin las cosas de ahora…no las tuvimos es cierto, pero eramos unos autenticos niños….gracias por tener esta pagina, leer sus escritos es toda una enseñañnza….que tenga buenas noches y que Dios le de mucha salud….