“Gustar de lo que hacemos, es más importante que hacer lo que nos gusta.”
Esa sabia admonición de que lo importante no es hacer lo que nos gusta sino gustar de lo que hacemos, atribuida desde un antiguo filósofo griego, pasando por un escritor ruso, hasta el maestro Don Luis de Unamuno, me parece de lo más acertada por su profundo contenido práctico, respecto de la posibilidad del disfrute de la existencia.
Caminando por una acera tropecé levemente con la escalera sobre la cual una chica, estiraba su cuerpo en posición incómoda, para limpiar la parte alta de la ventana. Avergonzado me disculpé, esperando por lo menos una mirada fulminante, pero no fue así; la chica me miró, me sonrió y continuó limpiando de buena gana su ventana.
Esa actitud ratificó mi criterio de que sobrevivir es instintivo, pero vivir intensamente y con deleite es algo cultural, típico del ser humano y derivado de su intelecto, que debe aprenderse y practicarse. Es que nuestra vida se desarrolla en lapsos de veinticuatro horas, durante las cuales, ocho horas trabajamos, otras ocho descansamos y las restantes realizamos diversas actividades sin determinar su tiempo exacto.
Dada esta distribución de tiempo, es al trabajo a lo que dedicamos un horario fijo seguro: ocho horas al día, durante por lo menos cinco días a la semana, lo cual representa la tercera parte de nuestra existencia total, pero el cincuenta por ciento de nuestra vida consciente, esto es mientras permanecemos despiertos.
Para quienes laboran sonrientes, alegres, transmitiendo vitalidad y optimismo, su trabajo representa un motivo de alegría y con ello ganan la mitad de su vida en felicidad. En cambio, quienes trabajan taciturnos, con cara de cansancio y desidia, lo sienten como un castigo y como consecuencia se hacen infelices, por lo menos en esa mitad de su vida consciente.
Para asegurarse la felicidad, por lo menos durante la mitad de la vida, si no se logra hacer lo que gusta, se debe evaluar y encontrar utilidad y positivad en lo que lo que se hace, con lo cual no solamente se logrará felicidad, sino que mejorará la salud física y mental, así como que se aumentará el caudal de relacionados y amigos, lo cual por cierto es la base de ese sabio proverbio que enseña: “ quien es rico en amigos, es pobre en dificultades.”
Como consecuencia obligada de lo expuesto, quien realiza alguna actividad que no disfrute, o no logre condicionarse a amar lo que hace, ciertamente pierde miserable e injustificadamente una parte importante de su vida, que ciertamente, es absolutamente irrecuperable.
Por cierto, a los jóvenes -a quienes corresponde luchar por hacerse un futuro- les cuento que esas personas que se condicionan para amar lo que hacen en vez de esperar encontrar lo que les gustaría hacer, normalmente atraen interesantes oportunidades profesionales y de trabajo, cuales les permiten desarrollar lo mejor de sí mismos, lo que se conoce como el éxito personal. Vale la pena imitarlas.
Feliz de leer sus consejos y comentariosde Ud. y de vuestra audiencia.
Y quisiera referirme a eso de hacer , lo que a uno le gustaria.
Hace un mes atras tomando unas vacaciones en Egipto. Desperte de una gran pesadilla. Yo he trabajado como electricista por mas de 25 años, en un pais Europeo.
El ultimo año mi vida estaba resumida a 8 horas diarias. Como se puede suponer una actitud siquica mas que mediocre.
Este Diciembre corte con todo para hacer una vida nueva, con la ayuda de un buen consejero. Mi vision es nula pero tengo fe que algo hay para mi tambien. Lo primero ha sido encontrar su Pagina que resuelve un gran peso. Ahora de como acercarme mas a Dios es mi dilema.