En la televisión británica, millones de personas pudimos admirar un símbolo viviente de un milagro moderno: Susan Boyle, la aparentemente tímida y sencilla mujer escocesa de 48 años, que dejó estupefactos a los jurados del programa de televisión ‘Britain’s Got Talent’, erizó pieles y robó lágrimas espontáneas, mientras conquistaba el corazón del mundo, con su bellísima, tierna y extraordinaria voz, al cantar un tema del musical ‘Los Miserables’, dreamed a dream,
Para mí no sólo fue portentoso, refrescante, edificante, sino que me produjo esta reflexión: ¿Acaso fue sólo su voz lo que impactó al público? Porque su presencia no pudo serlo, ¿O…sí lo fue?
Personalmente creo que fueron las dos cosas: la primera, su voz privilegiada, sublime, impactante, extraordinaria, casi celestial. Pero es que su presencia, que segundos antes hizo reír y generó burlas en un público etiquetado y marcado por modelos impuestos, tuvo algo extraordinario que simbolizó la supremacía del arte como manifestación espiritual, penetrando como una espada en el alma de los asistentes y sacando a flote, valores más importantes que la presencia física.
De alguna manera, fue una lucha entre lo permanente –el arte, el valor, la fe, la confianza y… los sueños; frente a lo temporal: la belleza física, etiquetada y modelada, conforme interesa a los anunciantes y al mercado de consumo.
El éxito de Susan Boyle es el éxito de buena parte del mundo; especialmente de quienes creemos en valores humanos, más trascendentes y permanentes que una cara bien maquillada, unos implantes mamarios o unas medidas 90-60-90.
Hoy, para más de 6 millones de cibernautas que acceden a Facebook y You Tube, Susan Boyle es algo más que una bella voz; creo que representa lo que se puede ser y hacer si se tiene valor, perseverancia, fe y diligencia para materializar… los sueños.
Susan Boyle ha demostrado que es más importante el talento, la decisión -y el arrojo cuando es necesario- que la presencia física, engreída y vanidosa, porque lo primero es un valor real y permanente, mientras que lo segundo corresponde a la vanidad y lo temporal.
Este evento extraordinario, especialmente las sonrisas burlonas de los jurados y las carcajadas de los asistentes, que en segundos se transformaron en admiración y aplausos, nos señalan cuan fuerte es nuestra espiritualidad, que siempre se impondrá por encima de la materialidad; porque en el fondo, muy dentro de nosotros mismos, seguimos siendo buenos, nobles y puros. Esa es la esencia de nuestra existencia que se origina en Dios, quien todos los días nos demuestra que podemos soñar, porque siempre estará, a nuestro lado, para ayudarnos a lograrlo.
Excelente!!!!
Me encanta
Susan Boyle ha demostrado que es más importante el talento, la decisión -y el arrojo cuando es necesario- que la presencia física, engreída y vanidosa, porque lo primero es un valor real y permanente, mientras que lo segundo corresponde a la vanidad y lo temporal.
Les saluda
Maria Angelica Lugo
A decir verdad Susan es una de las muchas Reynas sin corona, pero que lejos de sentir el fracaso como tal…nos ha enseñado a luchar por lo sueños que tenemos….con su afable personalidad, sencillez, se ha ganado el respeto y admiración de chicos y grandes…..Susan…..quiero decirte que admiro tu valentía, tú entrega, el temple que tuviste para vencer a esos moustros del jurado con tan sólo tú voz….si con esa voz celestial que Dios te dió….pero te admiró más por la enseñanza de vida que les diste trás la mejor interpretación de tú vida……ojalá sigas deleitándonos con tú bella voz……sinceramente.
María Guadalupe Amaya Aguillón.
Calle U.A.A.A.N No.395 COL. MAGISTERIO SECCIÓN 38-2
SALTILLO, COAHUILA. MÉXICO
me gustaría recibir un autografo tuyo……gracias