«EL TIEMPO ES UN RECURSO NO RENOVABLE Y POR ESO MERECE ESPECIAL RESPETO»
En Venezuela, no parece fácil en el ejercicio de algunas profesiones, conciliar los factores de vocación, eficacia, consideración y cumplimiento, con la actuación fáctica que adicional a la eficiencia debería conllevar respeto, compasión, sensibilidad y caridad.
Los médicos, cuidadores de la salud y los abogados, encargados de velar por la libertad y el patrimonio personal, suelen descuidar su comportamiento profesional integral, fundamental en la relación humana que soporta el entramado social.
En los consultorios médicos, una asistente con mirada entre auscultante y compasiva, decide si el doctor puede conceder el privilegio de recibir. Si se llega antes de lo previsto, pudiera ser que solamente se utilice una o dos horas del irrecuperable tiempo; claro está, si el doctor no «tiene una cirugía», porque en tal caso… nada está previsto.
Los desventurados clientes de abogados hacen citas, previa advertencia de la secretaria: «el doctor es muy estricto con sus citas», pero cuando asisten se encuentran conque el «comportamiento estricto» debe serlo en sus citas personales, pero con sus clientes no tiene el mismo tenor, toda vez que existe una justificación inveterada, que la secretaria conoce de memoria: «el doctor tiene una audiencia y regresará muy tarde», cual es como decirle: siéntese a esperar o váyase por donde vino y aquí no ha pasado nada.
¡Bendito sea Dios! y… ¿Dónde queda el respeto por la persona humana y por el tiempo de quienes les producen su manutención diaria?
¿Haber jurado servir con eficiencia, honestidad, respeto y utilidad, puede tener tan poco valor para algunos?
Ejercí como abogado por veinte años bajo estricta agenda que privó a mis patrocinados de sufrir tales irrespetos; ciertamente, siempre estuve consciente del privilegio que significó escogerme entre miles de mis colegas, para servirlos y remunerarme.
Por más de treinta años estuve a salvo de los médicos, a reserva de la visita anual a mi internista donde, en oportunidades, me vi tentado a abandonar su consultorio. Desventuradamente ahora, sobre los dos tercios de mi vida, me veo en la necesidad de visitarlos nuevamente y comprobar que nuestros galenos y abogados, salvo raras y honrosas excepciones, siguen siendo igualmente irrespetuosos del tiempo de sus clientes.
Por favor colegas profesionistas, solícita pero respetuosa pero contundentemente les invito a reflexionar:
¿No convendría tomar ejemplo de aquellos países, donde independiente de la profesión, se pacta y cumplen el horario de las citas?
¿Anterior al título universitario no debe prevalecer el respeto por quienes generan los proventos que nos permiten vivir cómodamente con nuestras familias?
Un cambio de actitud nos haría a todos más… felices, en este país que alguien, acertadamente, definió como el de la eterna primavera.
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