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Archive for 6 de octubre de 2008

«ESTA TIERRA ES  MI PATRIMONIO, YO DECIDO QUE PARTE TOMO»

Un buen punto de reflexión para cualquier ser humano normal  podría ser: si como es cierto, fuimos creados inteligentes para reinar sobre esta tierra ¿Debemos conformarnos con menos de lo que deseamos o nos satisface?

Personalmente opino que no. Independientemente de los factores de  tiempo y espacio, a través de la historia siempre han existido los medios necesarios al alcance del hombre para lograr sus fines. Por eso, en todos los tiempos encontraremos personas ricas y pobres; poderosos y esclavos (inclusive de sus propios errores); sabios e ignorantes; negativos y positivos; alegres y tristes;  felices e infelices.

Son el mismo mundo y la misma vida. Nada ha cambiado. El hombre sigue reinando o siendo súbdito, conforme a su propia concepción de la vida, su poder, su fuerza, su fe; y especialmente, su exclusiva capacidad de adaptación a las condiciones del medio ambiente.

El rico Epulón y el pobre Lázaro; el sabio Salomón y el más ignorante de sus ciervos; Jesús y Herodes; La Madre Teresa de Calcula y Madona; cada cual haciendo de su vida y tomando de ella conforme a sus convicciones, aplicación de su poder e inteligencia heredados de Dios, con el resultado proporcional a la confianza en sí mismos, diligencia, perseverancia, el trabajo y la fe en el logro de las metas impuestas.

¿Cuál de ellos fue o es  más feliz?

¿Es fundamental o definitivo en su capacidad para ser felices, alguno de los factores riqueza, pobreza, sabiduría, poder, humildad, genialidad, belleza, fama, caridad o crueldad?

En general, pareciera que no. Por citar dos ejemplos, si estudiamos la vida de Salomón, quien se reputó como uno de los hombres más sabios y ricos de su tiempo, su final no fue precisamente feliz; de hecho, terminó lamentando que todo era «vanidad y aflicción de espíritu». En cambio, quien hizo de la pobreza y humildad una forma de vida como fue la Madre Teresa de Calcuta, nadie duda que vivió con una gran  paz espiritual, amor, felicidad y recibió del mundo los más grandes honores.

¿Qué hizo entonces la diferencia? Opino que se trata de  la convicción personal de que la vida les daría, y de hecho así ha sido, lo mismo que exigieron de ella. Es entender la vida como una oportunidad única y temporal de hacer por los demás  lo mismo que  se desea hagan por nosotros, y de tal manera  aprender a experimentar el amor en su doble condición: el de dar y el de recibir.

La vida me da lo que yo sea capaz de tomar de ella. Si hay límites, son aquellos que yo mismo me imponga. Como escribiera el filósofo contemporáneo Ortega y Gasset: «…yo soy yo y mi circunstancia». Son esa suma de circunstancias muy personales y particulares, el lienzo donde pinto mi vida. De ellas depende lo que creo, veo, deseo, espero y soy capaz de realizar.

El mundo exterior no tiene capacidad para limitarme. Mi intelecto, inspiración, decisión y estado de ánimo viven en mi interior y allí únicamente yo decido como se hacen las cosas.

¿Qué el limite es el cielo? No lo creo, porque ese cielo azul que todos vemos, ni es cielo… ni es azul.

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