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Archive for 17 de julio de 2008

«EL ESPIRITU ES FUERTE, MÁS LA CARNE ES DÈBIL»

Desde la admonición de Jesús de que se puede ser perfecto «…como mi padre es perfecto», mucho se ha escrito sobre el que pareciera ser el mayor obstáculo para tan deseable logro, cual nos produce las actuaciones más imperfectas: LA TENTACIÓN.

Algunos opinan que la tentación se produce por la percepción de eventos externos. Otros, aseguran que conforme a los principios bíblicos, la tentación surge de dentro de nosotros mismos, lo cual, fácilmente podría interpretarse como que internamente podemos ser una fábrica de malos deseos e intenciones.

Mi posición es ecléctica. Pienso que tanto por mecanismos internos como la razón y la inteligencia, así como por los factores externos que informan nuestros sentidos, derivamos motivaciones que nos inducen a realizar actos, que conscientemente conocemos violentan principios fundamentales y valores morales, perjudicando a otras personas y/o poniéndonos en riesgo de graves males.

Si Jesús, hijo especialmente privilegiado y encarnado de Dios, recibió las motivaciones que le llevaron a luchar contra la tentación ¿Que podremos esperar de nuestra débil naturaleza humana?

Nadie está exento de la variada gama de tentaciones que pueden afectar nuestra cotidianidad. Independientemente de lo que se trate, siempre aspiramos algo mejor de lo que tenemos; lo cual por cierto, en algunos casos y respecto de asuntos específicos, no es malo; porque es un incentivo para luchar y esperar siempre una mayor calidad de vida.

Lo negativo de la tentación, es que puede ser tan fuerte y obsesiva que haga perder la perspectiva de la realidad de nuestra condición físico-espiritual, sustituyéndola por ilusión, fantasía, irracionalidad, insensatez, inseguridad, indiscreción, deslealtad, insensibilidad, y a veces… locura, orientándola al logro de fines netamente materiales y egoístas, sin medir ni prever las consecuencias.

¿Cómo enfrentar esa serpiente que convive con nosotros, sin que nos devore? No parece fácil, pero tampoco imposible. El discernimiento nos permite diferenciar lo bueno de lo malo y sus consecuencias, siendo que además disponemos de las armas más efectivas: Dios y la Oración. Esas fueron las que blandió Jesús en el desierto y resultó vencedor.

No debemos sentirnos acongojados o culpables por sufrir tentación de hacer cosas incorrectas o inapropiadas. Lo que tenemos que hacer es sobreponernos a ellas, apreciando en su real valor todo lo que tenemos, las muchas         bendiciones de que disponemos, cuales no son fantasías sino realidades. Evaluarlas, como en los casos de  nuestro amor, familia, salud, trabajo, sustento seguro, paz y tranquilidad, entre otras, lo cual contribuye a fortalecernos.

No somos ángeles sino seres  humanos con virtudes y defectos. Corporalmente somos susceptibles a la tentación, pero la parte espiritual nos hace fuertes. Heredamos de Dios la razón, la inteligencia,  el libre albedrío y la fuerza de voluntad, que alimentan nuestro buen juicio.

Sólo nos resta hacernos fuertes orando y pidiendo ayuda a Dios, con lo cual podemos vencer ese lobo con piel de cordero que es la tentación de hacer lo incorrecto o procurarnos lo que no nos corresponde, todo lo cual, al final, siempre operará en contra nuestra.

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