Tengo un querido amigo quien es CEO de una naciente corporación -con destino incierto como todo proyecto ambicioso y audaz- pero de un gran potencial prospectivo en el bussines world de hoy.
Hablando con su esposa -quien es su mejor aliada, admiradora y amiga- sobre lo interesante de saberse haciendo lo que nos realiza, jugándole un todo o nada a una vida que como característica principal tiene, precisamente, nuestra gran fragilidad personal, tanto por la dependencia de los elementos naturales que escapan a nuestro control, como por la imposibilidad de conocer por adelantado, qué sería lo más conveniente de cada cosa que proponemos.
Poco podemos hacer por el porvenir. Especialmente, en cualquier proyecto económico se depende de factores que escapan a nuestro control, como el tiempo, el financiamiento, los recursos humanos, la economía de mercado, la política; y por si fuera poco, también de aspectos humanos como salud, disposición, empuje, fe, confianza, perseverancia y temperamento de quienes dirigen el proyecto.
Sin embargo, los elementos necesarios coadyuvantes al logro del éxito, con diligencia, constancia y trabajo pueden localizarse y aplicarse; pero no la previsión del resultado, inmerso en ese limbo que, más allá de fórmulas matemáticas, se traduce en especulaciones y se conoce como la ley de probabilidades.
Frente a esa incertidumbre, el emprendedor tiene una opción que bien interpretada y aplicada, puede reducir al mínimo su estrés frente a los posibles resultados: en vez de preocuparse, ocuparse de hacer las cosas bien… hoy. Como nada ulterior puede predecir, nada puede hacer por un mañana incierto e imprevisible. Entre otras circunstancias, porque ni siquiera sabe si llegará para él.
Pero si se hacen las cosas con amor, dedicación, en beneficio colectivo, se obtendrá el pago por adelantado: la satisfacción del deber cumplido; máxime cuando es voluntario y no impuesto por una obligación determinada externa.
En el juego de la vida sólo quien arriesga siempre tienen la posibilidad de ganar. La vida difícilmente regala algo más allá de su propia existencia. Hay demasiadas personas detrás de… todo. Por eso se tiene que hacer algo más que desear; se debe luchar, convencido de que se logrará el objetivo.
En un mundo repleto de gente inconforme, preocupada, hastiada, estresada y aburrida, crear proyectos, establecerse y procurarse metas enriquece, le da sentido y utilidad a la vida; y eso es vivir intensamente y no sobrevivir.
Todos los días son buenos para comenzar un proyecto. No importa su naturaleza, característica, volumen o supuesta dificultad. Somos la hechura máxima de Dios; disponemos de una parte de su poder y a través de los tiempos Él ha demostrado que siempre ayuda a los que se ayudan.
¿No tiene un Proyecto? No se preocupe, no es un problema, es un asunto por resolver y usted puede solucionarlo. Adelante… piense en uno, no importa de qué se trate, ni el tamaño. Recuerde, Dios está ahí; Él no se muda, cree en usted y es muy buen Socio. ¿Por qué no aprovecharlo? Siempre está… disponible.
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