“SI SABES APROVECHAR EL MOMENTO, NO IMPORTA QUE NO REGRESE”
La risa cantarina de una de mi última nieta interrumpió mis cavilaciones y me regresó a este mundo real, que tantas cosas bellas me ha regalado.
¿En qué tiempo sucedieron tantas cosas?
¿Si parece que fue ayer que nacieron mi hijos Eduardo y Jenny, que de uniforme iban a la escuelita de niños, y de pronto, el uno cumple cuarenta años y la otra recibe del Decano de su Facultad el Título de Abogado?
¿Si aun siento en mi cara con dulzura la brisa mañanera del parque, mientras perseguía a Ginita, con su monito rojo y su carita de yo no fui, y en un tiempo que pasó como una exhalación, confundida dulzura y temor presencié su… matrimonio?
¿Si todavía percibo las lágrimas de emoción sobre mi pecho, de Wendy la más pequeña de mis niñas, cuando se casó, pero ya transcurrieron diez años y llegaron dos bellas niñas que parecen sacadas de un cuento de hadas?
¿Si el temor de no conocer el futuro de Johnny a los diciocho años, cuando se mudó para Chicago ,aun presiona mi garganta, pero ya tiene treinta y cuatro años y… dos hijos?
¿Cómo fue que transcurrieron tantos años y llegaron mis diez bellísimos nietos, casi sin percatarme de ello?
¿Cómo fue que el bullicio de la vieja casa familiar, el olor a parrilla de los sábados alrededor de la piscina, y la música de noches casi interminables, dejó paso al cálido pero a veces triste recuerdo de días que no fueron ni mejores ni peores, pero sí… diferentes?
Es el tiempo, que como el agua y la voz de las quebradas pasa, acaricia tus manos y tus oídos, pero se va y… no regresa nunca más.
Es la plegaria de la caída de las hojas y los pétalos de las rosas, que entregan a la tierra su vida para dar… nueva vida. Si sabes disfrutarlos, si entiendes su temporalidad como un atributo, entonces no importa que pasen y no regresen, porque se quedan por siempre en tu alma, donde nunca envejecerán.
Si has sabido entender que todo tiene su tiempo para vivirlo, y que eres únicamente tú y nadie más, quien puede hacer el recuerdo alegre, entonces no importa cuándo ni cómo transcurrió, porque lo viviste y eso nadie te lo puede quitar.
Rememoro por acertada la sentencia de Dale Carnegie: «Nunca más pasaré por este camino…» porque me hace recordar que debo amar y dusfrutar a la gente y a las cosas con fruición en todo momento, pero además decirlo porque pudiera ser que… nunca más volviera a pasar por este camino.
Y aquí, a mi lado tierna, serena y feliz; como si no hubieran pasado los años, mi compañera de viaje largo, mi socia de la vida, siempre joven y bella; ayudándome a sentir cuánto hemos vivido y recibido de Dios; haciéndome apreciar que en todo tiempo la vida es bella, porque todas sus etapas son una oportunidad para… ser felices.
