AYUDATE Y YO TE AYUDARÉ
Frente al multimillonario negocio que ha resultado para laboratorios y “especialistas” los más de mil tipos de cáncer (Existentes especialmente en sus mentes), diariamente divulgados y que inciden en contra de nuestra economía y salud, algo tenemos que hacer para protegernos.
Desde mi óptica, nada comprometida con intereses económicos ni científicos, pero profundamente humana y elementalmente práctica, dos son las armas más efectivas a nuestro alcance: en primer lugar, nuestra fe en el poder que Dios nos comparte en cada segundo de nuestra existencia; y en segundo término, una alimentación balanceada y menos acidificante de nuestro cuerpo, cual es el terreno abonado para la mayoría de las enfermedades, conforme a la opinión del Dr. Otto Heinrich Warburg (1883-1970), Premio Nobel 1931 por su tesis «La causa primaria y la prevención del cáncer», quien atribuía esta enfermedad a una “…alimentación antifisiológica y un estilo de vida antifisiológico…”. Este científico de la salud relacionaba la “Alimentación Antifisiológica”, a la dieta basada en alimentos acidificantes y sedentarismo. Sobre esta base él determino que “Los tejidos cancerosos son tejidos ácidos, mientras que los sanos son tejidos alcalinos.»
De tal manera, en primera instancia nuestro fortalecimiento espiritual nos protegerá de muchas enfermedades, en la medida en que no tengamos duda de que:
-Somos la obra más acabada y perfecta de Dios y por tanto nada debemos temer;
-Como hechura de Dios, lo normal es la salud, la enfermedad es la excepción;
-Tenemos capacidad para vencer cualquier padecimiento, porque nuestro cuerpo se renueva permanentemente;
-Nuestro cuerpo sigue las órdenes de la mente que se conecta con el espíritu y este con Dios, quien nos transfiere su poder y podemos aplicarlo;
-Nada es más poderoso que Dios y Él está con nosotros y así será… siempre.
Para crear las condiciones para aplicar la efectividad de nuestra fe, estamos obligados a amar y por tanto cuidar de nuestro cuerpo físico, proporcionándole alimentos que fortalezcan el organismo mediante un metabolismo fisiológicamente idóneo.
Así tendremos que, para tener una vida sana deberemos estudiar la abundante información tanto en Internet como en otras fuentes, de cuál es el valor nutritivo y curativo de las frutas y los otros vegetales, que tenemos a nuestro alcance; así como el nivel de utilización de fertilizantes e insecticidas en su producción, que pudieran afectar negativamente su consumo.
En segundo término, investigar los niveles de acidificación de las diferentes carnes y otros productos energéticos utilizados en la alimentación, especialmente el azúcar refinada. Asimismo, revisando sobre los conservantes utilizados en los productos enlatados y embotellados, así como su integración química para determinar su influencia en la salud.
Con toda esa información procesada y evaluada, estaremos en plena capacidad de consumir y utilizar aquello alimentos que nos permitan considerarnos sanos, fuertes y bellos, lo cual unido a nuestra espiritualidad nos hará menos vulnerables, y quizás inmunes a la mayoría de las enfermedades. Es esta la actitud que conozco en la gente sana y… feliz.