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Archive for the ‘MADUREZ’ Category

¿Y AHORA QUE HACEMOS?

Bandera-de-Venezuela

Alguien, muy preocupado, luego de la reciente decisión de los Entes del Estado Venezolano  de suspender el Referéndum Revocatorio Presidencial, comentaba y ahora… ¿Qué hacemos? En verdad, aunque es una situación muy grave a nivel nacional, porque responde a interpretaciones muy personales e interesadas de la letra de nuestra Constitución Nacional, lo cual sin duda nos afecta a todos, aunque debería ser una respuesta colectiva, es muy difícil que se de en un país dividido, ya  no son dos partes, sino varias; ya que, por una parte, el partido de Gobierno tiene algunas facciones internas que luchan duramente por acumular la mayor cantidad de poder posible, pero por la otra encontramos una mayoría de ciudadanos activados para oponerse a tal trascendental decisión; pero también un número significativo prefiere “mirar los toros desde la barrera” hasta ver el resultado final. En tal situación, una persona como yo, esencialmente de pensamiento democrático, con conocimiento jurídico que me permite diferenciar la legalidad de la legitimidad y con suficientes años batallando dentro y fuera de la política del país por una Venezuela mejor, se me hace difícil una respuesta contundente y/o definitiva, por cuanto si nos desviamos del camino apropiado para reclamar lo que en justicia nos pertenece, podríamos entrar en un estado caótico, donde la anarquía nos podría llevar a escenarios bastante más peligrosos de los que a primera vista uno se pudiera imaginar. Creo que hoy más que nunca debemos propiciar la unión de todos los venezolanos, en busca de una solución beneficiosa, más allá de nuestros intereses personales, porque nos estamos jugando nada más ni nada menos que la paz nacional.

     La situación política que estamos viviendo es absolutamente atípica en nuestro sistema político, por lo cual, pudiera ser que tampoco sea típica la solución a implementar. Pienso que todos los venezolanos, sin distinción de ningún género personal, debemos meditar bien qué es lo que vamos a hacer. Sin duda, para la tranquilidad ciudadana lo ideal es la unión de todos, para lograr un consenso que nos permita retomar el camino de una democracia donde quepamos todos; porque al fin y al cabo somos hermanos venezolanos, independiente de cual fuere nuestra ideología política,  posición social o de poder. ¿Qué esto sea fácil? No lo creo… pero sí POSIBLE.  Si todos convergemos en que  lo más importante es el mantenimiento de las Instituciones que conforman el Poder Público, manteniendo su independencia más allá de los intereses partidistas, pensando en las consecuencias para la Nación, no tengo duda que hasta el último minuto, tenemos la posibilidad de lograr un acuerdo que traiga el sosiego y la paz a los venezolanos, en este momento en absoluta incertidumbre.

     Todos somos responsables por acción u omisión de lo que está sucediendo; y por tanto,  nos corresponde actuar –desde nuestra esfera personal- en pro de un arreglo consensuado, que nos permita retomar el camino que proporcione felicidad a nuestro País, so pena de entrar en un conflicto de imprevisibles resultados. Nadie puede hacerse a un lado a esperar a ver lo que suceda, sino que todos estamos obligados a participar… no hay tiempo que perder en búsqueda de la solución, pueden ser días u horas para que, si no actuamos debida y oportunamente,  tengamos que lamentarlo.

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CUANDO PARAR

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 Hoy con tristeza, mirando en un Diario la foto de  un cantante internacional muy querido, quien se presenta para actuar con su pelo blanco, bastante demacrado por una enfermedad muy grave que padece y con un respirador de oxígeno,  se me hace difícil entender por qué lo hace; especialmente si consideramos que los científicos calculan que, el hombre tiene sobre la tierra unos cien mil años, así como que la  máxima edad alcanzada por un humano no supera los 120 años; me pregunto: ¿Qué son ciento veinte años en cien mil años?. Bueno, pienso que nuestra vida, aún para los  más robustos” –como denomina La Biblia a quienes alcanzan los ochenta años- lo es algo así como un corto suspiro, y esto  es una realidad que debemos aceptar como una circunstancia vivencial, al menos hasta hoy… irreversible.  

    Pues bien, con tales antecedentes no tengo duda que este Artista, tiene el mismo problema como algunas personas que he conocido, muy buenos y hasta excelentes para las ciencias, las artes, las letras y los negocios, pero  que no lograron acertar en aquello de CUÁNDO PARAR, y como consecuencia, probablemente no disfrutaron de lo que suelen llamar “los años dorados”, que les denominan tales, precisamente porque ya no se requiere tanta actividad y se dispone de tiempo para materializar aquellas aspiraciones, que por la permanente actividad laboral les era difícil recrear a su antojo. Especialmente en el caso aludido, presentarse para dar un concierto a un público que lo amó y admiró no sólo por su voz sino también por su elegancia, es realmente desolador.

   No digo que un hombre  sano de más de setenta años tenga que jubilarse, porque yo tengo setenta y cinco  y no lo hago, ya que continuo realizando algunos Asesoramientos Jurídicos Corporativos y escribiendo; pero es que yo  no estoy enfermo,  en cambio éste sí que lo está  y tan grave que sus médicos manifiestan temor por un pronto y fatal desenlace. En ese mismo error incurrieron algunos conocidos y amigos, quienes no entendieron esa importante necesidad de determinar cuándo parar,  y el resultado fue realmente doloroso. 

    Este Artista es un hombre valeroso y lleno de fe, por lo cual ruego a Dios que supere sus males, pero tengo duda que en el mundo de las probabilidades y no de las posibilidades, sea dando conciertos de ciudad en ciudad con un tanque de oxígeno a cuestas, como pueda ayudar a su fe  para superar su situación actual. Sin duda, su talento y vocación artística, bien podría aplicarlos en actividades menos duras, pero quizás tan o más provechosas para la sociedad.

    No quiero decir echarse en una cama a morir; pero sí bajar el ritmo, regalándose su buen tiempo para descansar, disfrutar de su gente amada, de sus comodidades, de buena y oportuna alimentación, de la contemplación y meditación, que son tan importantes, como inteligentemente lo resumiera el Dalai Lama: “para vivir”. Hoy escribo estas líneas sobre la base de la sentencia de Jesús, cuando dijo: “… el que tenga ojos que vea…”.

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Somos el único ser vivo sobre la tierra que, independiente de la situación o circunstancia que le acontezca, siempre tiene la posibilidad de hacerla de mayor o menor intensidad. No me canso de repetir que, exclusivamente como seres racionales, si alguna facultad interna del ser humano es realmente maravillosa, lo es su Estado de Animo, ya que nos posibilita mirar el mundo del color que nos apetezca, porque en todo caso que se nos presente, independientemente de su entidad, nos permite elegir como nos sentiremos. También es milagrosa la posibilidad, siempre vigente, de poder elegir sentirnos mejor con solamente desearlo.

Si aceptamos que nuestra mayor bendición lo es nuestra vida física, porque sin ella simplemente no existimos, pues se supone que es la felicidad nuestra más cara ambición; y si como lo acabamos de analizar nuestra plenitud depende de cómo nos sintamos en nuestro interior, no debería existir situación suficientemente especial, para hacernos infelices, al menos de forma permanente. No tengo ninguna duda que, si los muertos pudieran hablar, nos manifestarían cuanto envidian esa insustituible posesión física que es nuestra vida. En tal sentido, no recuerdo en toda mi vida, haber conocido que alguien en su sano juicio hubiese deseado morir, o por lo menos, que no hubiese hecho todo lo posible por mantenerse vivo. Por lo cual, solamente sentirse vivo, ya es motivo suficiente para enriquecer ese extraordinario recurso que denominamos estado de ánimo.

Pienso asimismo, que como casi todos nuestros sentimientos, el estado de ánimo puede ser alimentado en forma positiva o negativa. De tal manera, su mejor alimentación le llegará de nuestros cinco sentidos conocidos, los cuales nos permiten mirar la reconfortante sonrisa de los niños, oír el canto de los pájaros y la palabra… amor; la sensación indescriptible de la brisa mañanera en nuestra cara; el aroma de las flores y del pasto mojado en las mañanas lluviosas; el sabor de los manjares que Dios ha puesto sobre la tierra para nuestro disfrute; y ese inconfundible, familiar e indescriptible olor del ser amado.

Pero si además reflexionamos sobre el que, diariamente mueren de hambre miles de personas y especialmente niños, siendo que para nosotros el problema alimentario es ¿Qué dejamos de comer para no engordar? Mientras que para ellos su problema es ¿Dónde y cómo encuentran cualquier alimento para no morirse de hambre? Entonces, definitivamente, nuestra vida es y pudiera seguir siéndolo siempre, color de rosa.

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Parejas –quienes aun amándose- actuando irascibles, indispuestos, contradiciéndose, compitiendo por todo y justificando sus actitudes siempre en busca de un responsable: su pareja, me parece absolutamente ilógico.

Y es que… Si  tuvieron meses o años de  novios para conocerse,  años conviviendo juntos, construyeron familias, lo cual indica que se amaban …¿Dónde está el Problema?

Pienso que en mucho el problema surgió el en proceso formativo. Quienes les formaron se  esmeraron en hacer de ellos buenos estudiantes, brillantes profesionales para ascender a buenos cargos y generar riquezas, para luego hacer familia.

Nadie les habló de que la familia comienza con la pareja;  que es allí, en el comportamiento de pareja donde se moldea la familia. Nadie les dijo que respeto, amor, consideración, aceptación y reconocimiento, reforzados diariamente con el trato generoso, afable,  conforman posibilidad real de  ese milagro que representa la pareja bien avenida: EL ACOPLAMIENTO FISICO-ESPIRITUAL, cual por cierto es el que le da vigencia en el tiempo.

Posiblemente nadie les ilustró sobre que el amor es la aventura más hermosa que existe, que es la piedra angular  que soporta la pareja, pero como todo lo bueno sobre esta tierra de Dios, requiere mantenimiento. Es como una bella plantita que nos da flores y perfume, pero tenemos que cuidarla, regarla, alimentarla y hablarle con amor. Tiene una característica muy especial: EN LA PAREJA INTEGRALMENTE EL AMOR NO MUERE… NUNCA MUERE.

Cuando alguna de las partes no le alimenta, cuida, acaricia, reconoce su importancia, entonces se pone como los osos en estado de hibernación: en su mínimo consumo de energía, duerme pero no muere. Allí permanece dormido hasta que alguien se acerca, la riega, la alimenta, la acaricia y entonces despierta… el amor, tan fuerte  o más que nunca; y eso tiene una razón más allá de nuestra propia conciencia: DIOS ES AMOR Y DIOS NUNCA MUERE.

Existen otros factores sin los cuales el amor no sabe darse integralmente; como el respeto, que es esa línea invisible entre ambos que sabemos que está ahí, que nadie la ve pero percibimos cuando siquiera lo rozamos.

Asimismo, la aceptación, el reconocimiento, la consideración y la comunicación, son esos anclajes laterales sin los cuales reforzados diariamente con el trato generoso y afable,  la pareja no puede mantenerse en su esencia:  FELIZ.

Si amamos de verdad… ¿Qué importa un disgusto, una palabra infortunada o un gesto fuera de lugar, cuando se ha actuado todo lo contrario por tanto tiempo?

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        ALCANZAR LA VEJEZ ES UNA BENDICION DE DIOS

Aunque me considero sin edad, porque no me siento viejo ni enteramente joven, sino más bien de juventud prolongada, sí tengo que sufrir impotente  la exclusión más aberrante de estos últimos años en mi país; ya que, dentro del mundo de las etiquetas actuales -cuales ninguna requiere mi aprobación- estoy clasificado dentro del grupo etario de la “tercera edad”.

Hoy en Venezuela, pertenecer a la tercera edad, que es como decir ser padre o madre de las actuales nuevas generaciones y haber dado más de cincuenta años de dura lucha y trabajo para hacer el país que tenemos, pareciera ser una mácula, que nos condena a una injusta y terrible  exclusión.

Las personas mayores de seseny cinco años en vez de merecer reconocimiento y respeto, tal como si nuestra vida no valiera nada, no tenemos derecho en nuestro país a suscribir ninguna póliza de seguros que proteja nuestra salud.

Ni el Estado ni la sociedad en general –y creo que, algunas veces, ni nuestra propia familia-  se consideran obligados a permitirnos asistencia digna, oportuna y eficiente, en caso de una enfermedad, que pudiera hacer dolorosa nuestra vejez o producir nuestra muerte.

Como consecuencia, o tenemos suficientes Dólares para suscribir una póliza internacional o corremos el riesgo de morir de mengua, por pares en una cama de nuestros hospitales públicos.

Asimismo, si observamos las ofertas de trabajo en la prensa, en el más alto porcentaje, no se aceptan solicitudes de personas mayores de cuarenta y en algunos casos de treinta y cinco años de edad. Esto es como decir: si no tienes una pensión, muérete de hambre ya; y si la tienes, dado lo exiguo de las mismas, desaparece lentamente por inanición o enfermedad.

Estuve en un Banco, donde personas protestaron por la prioridad para las personas de la tercera edad.

¿Habrase visto mayor exclusión, por no hablar de insensibilidad?

 Y todo únicamente por el hecho de haber vivido, cumplido con las normas sociales creando una familia, educando los hijos y servido al país…

 ¿Verdad que es abominable? Pero es una realidad actual indiscutible.

¿Será que los dirigentes políticos, funcionarios públicos y ejecutivos de las Empresas de Seguros no están felices de vivir,  no tienen padres, o esperan que ni ellos ni sus descendientes superen los sesenta años de edad?

En tal circunstancia… ¿Será que las personas de la tercera edad no tenemos patria o debemos irnos del País para vivir con dignidad?

Alguien debería responder esta interrogante con sabor a frustración.

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LO IMPORTANTE ES SENTIR Y… VIVIR

Más de la mitad de mis casi setenta años los he vivido feliz al lado de una mujer; quizás por eso extraño que algunas damas, al cumplir los cincuenta años, estimen que su vida declina y que se pierde interés en ellas.

Como esposo activo fìsica y espiritualmente, aseguro que es a partir de esa edad, cuando con un protagonismo nuevo, las mujeres se hacen especialmente atractivas y sensuales, ya que, además de su serena belleza, el haber sido madres y esposas les dota de una conjunción de sentimientos de confianza, generosidad, comprensión y experiencia, que las hace -como lo expresa un poema- como las frutas pintonas que dicen mucho… por dentro.

En esa edad dorada, habiendo cumplido con los complicados deberes que involucra levantar la prole, las mujeres pueden dedicar su mejor tiempo a disfrutar con toda la magia, pasión y libertad que requiere el amor para lograr su realización, que conjuga sexo y espíritu, haciéndolas para esa persona que aman y cuando la ocasión lo requiriera, románticas novias, leales esposas, apasionadas amantes o dedicadas madres.

Es el tiempo en que la mujer se encuentra a si misma, con sus virtudes y sus defectos. Es la época cuando desarrolla su mejor capacidad de amar y está segura de su valor como mujer, que su aquilatada experiencia además de sus bondades físicas e intelectuales, le aseguran la posibilidad de únicamente hacer lo que quiere, cómo y… cuando quiere.

A partir de los cincuenta, la mujer se crea prácticamente una coraza frente a las fruslerías, vanidades y nimiedades que afectan la juventud femenina; ya no se siente la princesa del cuento de hadas sino la mujer real, normal, común y corriente, con probada capacidad para amar y mucho dar, pero también con suficiente valor y autoridad moral para exigir y recibir en compensación, lo que conoce que en justicia le corresponde.

Esa mujer hecha, sabe que el respeto y la admiración son las bases del amor permanente; que la magia y la pasión no conocen de edad, raza, posición social ni contextura física; que en el amor la lealtad genera confianza, la sinceridad armonía y el toque de locura tiene sabor de… aventura.

Simplemente, sin nostaliga aprecia lo que fue y se siente feliz con los altos y bajos de la vida; con lo que es hoy, en el momento en que vive, que a voluntad puede hacer temporal o… eterno.

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«La madurez de un ser humano se refleja en sus actos, no en sus años»

La Sabidurìa, como continente de todas las virtudes humanas, debe estar orientada al bienestar del hombre y por tanto irremediablemente vinculada al amor y la felicidad; como cosecuencia, sus contenidos son trascendentales para el amor y la felicidad. Hoy me ocuparè someramente de uno de ellos, la madurez, cual deriva de la aptitud para establecer control y equilibrio sobre la individualidad.

No es cierto que para adquirir madurez se requiera haber vivido muchos años. En el camino de mi vida he dialogado con personas de avanzada edad, quienes actuaban de forma inmadura.

Asimismo, conocì personas muy jòvenes, quienes reflejaban en sus comportamientos una madurez envidiable para cualquer venerable anciano. Es que, el desarrollo de la madurez tiene que ver como concibamos la vida y las cosas, porque dependiendo de esa ideologìa, a su vez daremos o restaremos trascendencia al resultado de nuestros actos.

Es que la madurez, reune condiciones intrìnsecas del ser humano que, como consecuencia de la aplicaciòn de sus facultades congnitivas y volitivas, decisivas en su vida, tienen que responder a un especial autocontrol y equilibrio, para que al final se reputen positivas.

Se trata de atenuar o endurecer tendencias naturales, sentimientos, carácter, sueños, ambiciones, emociones, temores, arrojo y fantasías, que deben ser debidamente enmarcadas en el sitio que corresponda, en esa tabla de ajedrez que conocemos como el arte de vivir… bien; vale decir, disfrutar de una existencia edificante, en paz y armonia con nuestros semejantes y el medio ambiente.

Sin duda, para adquirir madurez se requiere inversión en paciencia, perseverancia, humildad, compromiso y reconocimiento, cuales son elementos vivenciales que traemos al arribar a esta vida fìsica. Es la madurez lo que nos permite conciliar lo inmediato con lo mediato, en funciòn de una meta especìfica; aceptar las dificultades como enseñanza; tomar y mantener las decisiones, porque han sido producto de la reflexiòn; aceptar los errores y aprender de ellos; sustituir la suerte por la diligencia y el trabajo; mantener la confianza frente a la situaciòn adversa; contabilizar la generosidad como una experiencia maravillosa; aceptar la diversidad como un regalo de Dios; admitir que para amar todo tiempo es bueno y no se debe desaprovechar ningùn espacio, porque no sabemos hasta cuando tendremos la oportunidad de experimentarlo.

No es la madurez algo que la vida nos regala, sino la capacidad que adquirimos para ubicarnos debidamente sobre esta madre tierra.

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