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Archive for 28 de abril de 2018

                                                                                                                               “Dedicado todos los Integrantes  de  la  XXX  Promoción  de  Abogados   de la  Universidad  de  Carabobo»     

No es fácil, pero sí hermoso, iniciar una profesión a los cuarenta y nueve años, terminar una Especialidad a los cincuenta y cuatro,  y finalmente, la Maestría a los sesenta; especialmente cuando desde que tienes diez de edad, no obstante ese gusanillo en tu alma, durante casi medio siglo has tenido que hacer tantas y diferentes cosas que, de cualquier forma estuvieron orientadas al servicio de tus semejantes. Hoy, cuando celebro  27 años como parte de quienes nos graduamos en la XXX Promoción de Abogados de la Universidad de Carabobo, siento que esos cinco años en la Facultad, fue una de las etapas más hermosas de mi vida, no obstante que desde 1962 en la UCAB Caracas,  no pisaba un Aula Universitaria. Es que en mi caso conviví con tanta gente joven, quienes la mayoría de ellos podían ser mis hijos, que ciertamente volví a sentirme especialmente… joven. Además,  mi esposa y mis hijos, ya algunos de ellos en la Universidad, hicieron causa común para darme valor y ayudarme con su amor, comprensión y buenos deseos, a lograr mi cometido de terminar –esa para mi especialísima profesión de Abogado- en este siempre dulce camino de más de siete décadas de mi vida.

El ministerio de Abogado me  dio amplia oportunidad de auxiliar, de la forma más bien intencionada y efectiva durante más de veinticinco años, al logro de uno de los mayores factores para alcanzar la paz social: LA  ADMINISTRACION DE JUSTICIA. Sin ninguna duda cuando el recordado maestro Don Luis Ossorio, en su libro El Alma de la Toga sentenciara: “…los Abogados somos arquitectos del alma de la gente.”, no expresó un pensamiento al boleo, sino una admonición llena de profundo contenido, que nos hace a los abogados honestos, defensores de los sentimientos más caros de los seres humanos, y de alguna manera sostén de la felicidad colectiva. Es que en una sociedad organizada, cuando un ciudadano tiene algún problema que tenga que ver con sus derechos en esa arquitectura de su alma,  que refería Ossorio,  especialmente su libertad y/o su patrimonio, sólo el comunicarse con su Abogado, ya es para él sentir que no está solo. En ese  mismo sentido, cuando el abogado se imbuye del problema de su Cliente y lo toma como propio, todo su conocimiento, trabajo, dedicación y diligencia, hacen la causa como suya, y la superación de la misma le hace poner lo mejor de sí hasta alcanzar la solución apropiada.

La labor del abogado consciente de procurar el sagrado derecho a la defensa como elemento natural  de toda persona, le obliga  no sólo a luchar por retornárselo cuando le es violado, sino que además le orienta en la labor didáctica con éste, de hacerle aceptar y reconocer a los demás también sus propios derechos. Un abogado, en el sentido real de su labor de Letrado, no es como injustamente se califica de “picapleitos”, sino por el contrario, lo valioso de su actividad es la de evitar los pleitos o componerlos, si ya se han iniciado.

El perfil del Abogado exitoso, no es el del litigante de juicios que se conoce como y cuando comienzan, pero no cuando  y como terminan, sino el de aquel que sabe cómo hacer entender a las partes los beneficios de un justo y  oportuno  arreglo, independiente del nivel en que se encuentre la contienda extrajudicial o judicial. Le debo a Dios y tengo que agradecerlo, haberme dado la oportunidad de defender causas justas y personas honestas, cuales con mi ayuda y mi respeto por la ética profesional y personal, lograron evitar daños muy graves, y por tanto, de difícil reparación. Personalmente no celebro solamente una graduación, sino parte importante de mi realización personal; por cuanto estimo que la profunda diferencia entre los seres vivos irracionales y nosotros, lo es precisamente el sentido de LA UTILIDAD A LA ESPECIE, lo cual, al menos en mi caso, me ha sido, como Abogado sobradamente posible y especialmente gratificante. Alabado sea Dios y bendita la vida que me ha regalado.

Si tienes alguna duda o requieres aclaración sobre el tema aquí tratado, el correo del autor está disponible: amauricastillo@gmail.com

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