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Archive for mayo 2014

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Al tema se da trascendencia, por la supuesta importancia para la satisfacción integral del individuo; especialmente por la atribuida incidencia en la actuación y apariencia personal. Sin embargo, para las personas centradas, no importa demasiado lo que de ellos crean los demás, sino el valor y peso que de ellas mismas tienen; y eso es… la autoestima.

Si se es banal, pendiente de la moda, de las etiquetas sociales y el marketing de los medios masivos, seguramente será difícil fortalecer la autoestima, ya que en tal caso, dependerá en mucho el cómo verse con respecto a los usos sociales del momento. Pero, si tenemos una sólida formación personal, creemos en los valores humanos y nuestro papel fundamental de utilidad dentro de la sociedad; la autoestima no es más que el producto de la propia concepción personal de nosotros mismos, en el rol que nos corresponda como miembros de una familia, comunidad y/ sociedad determinada; y en esa labor evaluativa nadie puede ayudarnos, porque es un asunto puramente interno.

La alta autoestima, aunque fortalece la personalidad en todos sus ámbitos, se reduce a la convicción de lo qué somos capaces de hacer en cualquier momento y ámbito de nuestra vida; y aunque de alguna manera pudiera incidir, no tiene que ver con la belleza, elegancia de nuestro atuendo o ámbito de importancia del medio en que nos desenvolvemos, porque nada de ello puede inferir nuestro ser interno, que es la cuna donde nace, se hace fuerte y vive nuestra autoestima.

Para tener una autoestima alta, debemos estar seguros que corpórea y espiritualmente, somos la obra más acabada sobre esta madre tierra. Esto es que, físicamente, somos especialmente singulares. Nuestro cuerpo es individual, único, hecho a imagen y semejanza de Dios y eso significa que pudiera ser que, según las etiquetas sociales alguien pueda considerarse más o menos bello que otro, pero en realidad sólo somos diferentes, pero siempre… bellos; porque Dios es bello y los hijos se parecen a sus padres.
Tenemos el poder de dar a cada circunstancia la trascendencia que nos convenga, y ese es nuestro mejor escudo para resguardar nuestra autoestima.
Para mantener mi autoestima alta, estoy seguro de lo que valgo, sé que como ser humano, soy único e irrepetible; consecuencialmente, a cualquier edad represento un valioso obsequio para cualquier otro ser humano. Así que, quien no lo descubra, aprecie o desperdicie, simplemente… se lo pierde.

No necesitamos mostrarnos diferentes a como somos, ni desear la vida de otro, y la autenticidad es elemento importante de nuestra personalidad. En función del amor, sabemos superar nuestra originalidad, elevarnos por encima de nuestra propia naturaleza y eso nos hace… espirituales. Disponemos del intelecto suficiente para diferenciar lo bueno de lo malo; lo seguro de lo peligroso; escogimos la generosidad, y ser útiles nos regala el honroso título de hijos de Dios.

Mis tiempos siempre han sido buenos: cuando niño satisfice mi curiosidad y me reí de todo lo importante; cuando joven aprendí a amar la vida, las personas y a disfrutar con fruición… todo, sin darle mayor trascendencia. En mi madurez aprendí que el respeto, la consideración, el reconocimiento y la admiración, fundamentan el amor verdadero y… permanente. Hice de la generosidad y la felicidad mi ruta: por eso comparto mi pan con el necesitado, abro mi corazón al desvalido y presto mi hombre al desventurado, para recostar su cabeza.
Eso es la autoestima; sentirnos, dentro de nuestra natural sencillez, especialmente seguros de estar dotados por Dios, de todos los atributos necesarios para motivar éxito, bienestar, solidaridad y amor; condiciones fundamentales para combatir el egoísmo y lograr nuestra mayor ambición como seres racionales: LA FELICIDAD.

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ANIVERSARIO

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Hoy es un día especial en nuestra vida conyugal, porque hoy cumplimos 44 años de casados; esto es, cuando nos hicimos compañeros de viaje largo pero emocionante, bello, lleno de todo tipo de momentos, siempre buenos o mejores, pero nunca peores; porque todo es producto de nuestra mente, ya que dependen de cómo lo percibimos en cada caso y siempre hemos sido unidos, novios, amantes, amigos, hermanos; imperfectos pero con vocación de perfección y por tanto… fuertes.

Apenas ayer nos conocimos, enamoramos, casamos y comenzamos ese proyecto que hoy, aún muy jóvenes física y mentalmente (73 y 63, respectivamente), deja inventario positivo. Le dimos a la patria cinco hijos, quienes, como nosotros, son positivos, proactivos y cuyo color de identidad es la felicidad. No es día de festejos con espectáculo para el público, pues no puede físicamente expresarse la enorme satisfacción de continuar amándonos como el primer día, pero con mayor madurez, consecuencia, aceptación, solidaridad, lealtad y… compromiso.

La familia nos conoce muy bien y respetan nuestra forma de ser. No somos asociales, pero de esta cultura del espectáculo, como escribiera Vargas Llosa, no participamos. Aprendimos a combinar el amor físico con el espíritu, en esa burbuja personal e inexpugnable que es nuestra intimidad.

Cuando reunimos la familia con nuestros once nietos son un jardín boscoso de fuertes árboles y prometedores arbustos; artistas y deportistas; flores bellísimas de diferentes variedades, pero todos amorosos, cristianos, respetuosos, seguros de su valor específico y su compromiso con la sociedad y el mundo en general: ser útiles, como elemento que nos diferencia de los animales irracionales.

Como nosotros, su patria grande es el mundo; su patria chica Venezuela que jamás podrán arrancar de sus corazones; ellos saben que todos somos hormigas de la misma cueva, que habitamos sobre esta pacha mama –que aman y cuidan- porque que nos da cobijo, lo dio a nuestros antepasados y lo dará a nuestros descendientes.

En estos años dorados, desde la atalaya de nuestra alma, hacemos un stop en el camino para evaluar; y el balance es positivo. Hicimos lo que de nosotros se esperaba, dada la enseñanza de nuestros mayores, la sociedad y la comunidad: estudiar con entusiasmo, trabajar con ahinco, amar a nuestros semejantes y, dentro de nuestra actividad, siempre hacer por ellos todo lo posible por su enaltecimiento, superación personal y crecimiento espiritual, que es como decir, ayudarlos a procurarse… felicidad.

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