Feeds:
Entradas
Comentarios

Archive for 23 de noviembre de 2009

En mi paseo sabatino por un parque de la Ciudad  atrajo mi la atención el llanto  de una bella niña de unos tres años de edad, quien lloraba desconsoladamente porque su padre, con su hermanito en los brazos, se alejaba dejándola con la abuelita.

Era tanto el sentimiento en el llanto y tanta la desesperación en la carita de aquella inocente criatura, que yo, como abuelo de diez nietecitos, sentí un profundo dolor y si se quiere impotencia por no poder hacer nada por ella; ya que, como es conocido, en estos días de crispación por la gran inseguridad personal, los adultos tememos acercarnos a niños extraños, por las consecuencias que podrían derivar de una interpretación inconveniente de sus padres.

Esta escena, para mi desgarradora, me hizo reflexionar sobre el mundo de los niños, que Dios en su infinita misericordia me ha permitido conocer, disfrutar y convivir desde que tengo uso de razón.

Es lamentable que la mayoría de los padres no se detengan a reflexionar sobre la real dimensión del mundo de los niños, cual por cierto, pudiera ser el más reducido.  Para los niños, su mundo es tan pequeño que se restringe al ámbito de su familia inmediata, y más específicamente, al de papá y mamá. Ellos no tienen nada más que consideren realmente suyo. En su pequeño mundo, mamá y papá lo son todo: amor, alimento, protección, seguridad y apoyo. Por tanto, no disponer de lo único que tienen en su corta vida, aunque fuere por muy corto tiempo, para ellos se convierte en una tragedia.

Es que los niños son prácticamente minusválidos, para casi todo. Escasamente saben hablar, y no muy claro; caminan inseguros; no tienen sentido de orientación; no saben producirse su alimentación, pero menos aún defenderse de cualquier agresión. Todas esas limitaciones, resultado de la inexperiencia de  su corta vida prevalecen frente a su curiosidad por conocer y aprender, produciéndoles un exagerado sentimiento de temor a lo desconocido, que en ellos es casi todo.

Por eso, para ellos es tan importante  la compañía de sus padres, quienes, de hacerse estas reflexiones, seguramente cuidarían de mantenerlos la mayor cantidad de tiempo posible a su lado, para que no se sientan solos ni desamparados. En el caso en comento, el llanto de la niña, no interpretado debidamente por su padre, era un grito de auxilio sólo audible para quienes como ella, viven en tan  reducido mundo.

Read Full Post »