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VIVE LA VIDA DE MODO TAL QUE, CUANDO TUS HIJOS PIENSEN EN LA JUSTICIA Y LA INTEGRIDAD PIENSEN EN TI.

-H. Brown

Si tienes el privilegio de ser padre, eso involucra una gran responsabilidad, porque tu hijo no pidió venir a este mundo. Tú lo concebiste por tu propia voluntad y lo trajiste a esta vida… sin su autorización. Eso conlleva el compromiso de hacerle su estancia aquí lo más fácil y grata posible. Mientras esté contigo vas a poder amarlo, protegerlo y orientarlo, pero cuando deje el hogar, abandone el nido y como las aves, vuele en busca de su propio destino, ya no te tendrá a su lado sino que se hará capitán de su propio barco, y tú lo verás partir desde el muelle de tu corazón; maravilloso o triste, conforme lo asumas, el único equipaje efectivo e imperdible que llevará, será aquel que hayas sembrado dentro de su alma… en lo profundo de su ser, donde nadie podrá entrar para arrebatárselos.

Por todo eso, como padre, debes ofrecerle herramientas para vivir una vida física y espiritualmente plena; sobre la base de tu conocimiento y vivencias de tantos años, de tal forma que contabilizando tus buenas experiencias y aprendiendo de las no exitosas, evite incurrir en tus mismos errores.

Los tiempos cambian, pero el hombre sigue siendo el mismo; tus situaciones vividas pueden ser una guía real y verdadera para lograr con menor esfuerzo, las cosas más importantes para un habitante de esta aldea global en que se nos ha convertido el mundo, sin tener que experimentar situaciones dolorosas y frustrantes, quizás como algunas que tú hayas vivido, o como las que han soportado la mayoría de quienes ignoran estos secretos de la vida.

Esa guía que estás obligado a dar a tu hijo, representada en tus actos, es como tomarlo de la mano y adelantarle el alerta de los riesgos, señalándole los peligros; indicándole donde están los baches del camino y cómo evitarlos, para que llegue feliz a su destino. La vida no es una vía muy difícil ni imposible de transitar, si se conocen las normas y reglas apropiadas. Tú puedes ayudarlo a que su vida, en vez de algo problemático, se convierta en una aventura interesante y buena, regalándole tu mejor ejemplo.

Miles de padres lo han logrado, contribuyendo a cambiar para sus hijos, una subsistencia monótona y sin mucho sentido, por una vida activa, entusiasta, optimista que todos los días les produce nuevos frutos, y que les demuestra que sí es posible superar cualquier problema, si se es diligente y se dispone de los instrumentos idóneos. Ese es el trabajo que nos corresponde como padres y debemos hacerlo con felicidad.

Esos recursos y herramientas para la vida, quedarán guardados en ese archivo maravilloso y multicelular que existe en su cerebro, listos para ser utilizados cuando fuere necesario.

Nunca olvides la sabia máxima que enseña: “No te contentes con dar a tu hijo un pescado, porque comerá una sola vez; enséñalo a pescar y comerá siempre.”

Nota:
Publicación póstuma de una de las entradas del blog «Una Vida Feliz» del autor Dr. Amauri Castillo Rincon-MsC. Esta entrada fue originalmente publicada el 19 de Junio de 2009. Cualquier comentario o sugerencia serán bien recibidos por el equipo de unavidafeliz.com

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El autor y su esposa Nancy

Como todos los padres, tuve un Padre que, luego que regresó a su hogar original, en  cualquiera de las noches claras cuando observo  el firmamento, se que detrás de una oreja de la luna y  en forma de estrella, me guiña un ojo diciéndome… “Que Dios te bendiga hijo.” En mi caso,  y respecto de mi descendencia, he sido bendecido por Dios, porque a mis setenta y siete años soy  padre de cinco hijos, quienes a su vez tienen trece  hijos e inclusive, ya me dieron un bisnieto. Ser un padre para mi ha sido una bellísima aventura,  porque tanto mis hijos como sus hijos permanentemente me manifiestan amor y yo los amo… mucho;  quizás porque siempre -desde muy nños- he respetado su libre albedrío; tengo buen humor, no soy anecdótico, no aconsejo sino que emito criterio, ni pongo cara de intelectual cuando hablo con ellos,  he logrado generar su confianza, por lo cual extrañamente, soy para algunos de ellos su confidente y a veces… su cómplice.

Aunque todos viven muy bien, no me importa para nada su posición económica, si son poderosos, muy inteligentes o famosos; porque les enseñé y ellos aprendieron, que lo más importante es la felicidad,  que no la genera ninguno de los factores enumerados, sino que es producto de cómo nos sentimos en lo interior. Así como que, respecto de su formación académica, solo les enseñé que prefería a que no estudiaran para ser genios, sino que fueran geniales.  Quizás por eso cada uno ha desarrollado libremente su personalidad, siendo diferentes pero… felices. Creo que el papel de los padres, más allá de suministrar apropiada y diligentemente sus necesidades vitales e independiente de la edad de sus hijos, es tratar en todo momento de comprenderlos y orientarlos, respetando siempre su individualidad y tomando muy en consideración el tiempo y el espacio en que crecen; que al menos en estos tiempos, es bien diferente al nuestro, y que razonablemente como consecuencia, también son diferente algunos de sus valores. Por tanto, no son ellos quienes tienen el deber de entendernos, sino nosotros quienes estamos obligados a comprenderlos a ellos; porque, en primer lugar no les pedimos permiso para traerlos al mundo y en segundo lugar,  porque hemos vivido muchos años y hemos experimentado situaciones que ellos no conocen y que pudiera ser que nunca lleguen a conocer, pero que de alguna forma el conocer algunas de ellas, pudiera en algo beneficiarlos en la actualidad o en el futuro.

Como quiera que la mayoría de mis hijos  viven en otros Países, los visitamos por lo menos dos veces al año y en esa temporada, que no excede más allá de quince días o un mes con cada uno y sus familias, renovamos nuestros lazos de amor y solidaridad familiar, que venturosamente, siempre ha sido muy agradable, porque seguimos compartiendo los mismos valores y principios fundamentales sobre la vida y las cosas. En esas oportunidades, cuando platico con alguno de mis nietos, independiente de su género, lo primero que hago es apagar el celular o hacer a un lado mi lap top –porque odio que estos instrumentos técnicos de hoy en muchos casos hayan sustituido el calor de la voz natural, el estrechar la mano o el abrazo fraterno- y  trato de utilizar el milagroso lenguaje del amor, que es mágico y especial para  compartir,  para situarme mentalmente en su tiempo y un poco  recordando mi curiosidad cuando tuve su edad, cual es la única manera de ubicarme a su nivel. De ellos he aprendido que debo mantener mi niño vivo, para poder  caminar y departir en su mundo, sin sentirme muy viejo, demasiado anticuado, ni demasiado… extraño.

Más allá de cualquier convicción religiosa, no dudo que si luego de partir de este mundo, volviera a estar por estos lares, como estoy seguro que sería yo quien decidiría mi meta, igual como lo he hecho en esta oportunidad, sin pensarlo dos veces volvería a ser esposo y padre. En el primer caso, porque no me canso de agradecer a Dios que me haya obsequiado la mejor compañera de viaje largo, que durante  nuestros cuarenta y ocho años de matrimonio ha sido mi amada Nancy; y en el segundo caso, porque como lo he dicho antes, el ser padre para mí ha sido simplemente UNA HERMOSA AVENTURA que  disfruto y disfrutaré intensamente, cada día de mi vida.

Por cierto, quiero aclarar que no estoy en contra del desarrollo tecnológico, porque  yo me beneficio de él, ya que  gracias a los nuevos dispositivos, es que puedo oír y ver todos los días y cada vez que lo desee a estos mis hijos que no están físicamente a mi lado. Pero si debo advertir que, en muchos casos, hombres y mujeres, padres o no, descuidan la atención personal constante u ocasional a sus seres queridos, dándole poca importancia a sus llamados o necesidades inmediatas de comunicación, por atender los benditos celulares, ya sea para recibir llamadas o contestarlas; cuales  nunca tendrán la importancia que tiene la atención a un hijo o un cónyuge, o la intimidad de la atención inmediata que nunca podrán ser sustituidas por un elemento mecánico,  por muy adelantado que lo fuere.

Finalmente, debo recordar a los padres que desde que nacen hasta que mueren nuestros hijos deberían ser nuestra prioridad, ya que independiente de su edad, ellos siempre esperan de nosotros esa mano amiga o esa palabra orientadora de quien, como lo he escrito antes, los trajo al mundo sin su permiso, pero con el compromiso de solidaridad, respeto y consideración… por siempre.

 

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Nunca he dudado que lo trascendente en nuestra vida, además de ser elemental no es material; nace y se desarrolla dentro de nosotros mismos; por tanto, esto de quedarse en casa más tiempo, de oír menos ruidos, de evitar visitas, compartir con mayor inmediatez con nuestras personas amadas, más me parece una corona que un virus. Es que ya por un virus o por lo que fuere, no me afecta ni debería afectar gravemente a nadie, el transitar más despacio este camino de la vida. Por lo contrario, nos da más espacio para meditar, orar y amar; cual es lo máximo que podemos hacer por nosotros y nuestras personas más queridas.

Adicionalmente, según información de la NASA, en menos de un mes de la paralización del mundo por la cuarentena impuesta por el Corona Virus, la temperatura global bajó más de un grado, la contaminación de Dióxido de Carbono descendió a nivel de cuatro décadas atrás y el agujero de la capa de Ozono en la atmósfera, se redujo a un tercio; las grandes ciudades despejaron sus cielos del asqueroso smog que las cubría por el monóxido de carbono y humo de las fábricas, así como que muchas especies -siempre escondiéndose de su depredador el hombre- salieron a disfrutar de su propio y natural hábitat, cual nunca debimos negarles; tenemos que reflexionar y aceptar que muchas o algunas cosas no las estamos haciendo bien y pudiera ser que un mundo desarrollista en función de la riqueza y no del hombre, por fin entienda su propio y desastroso destino, si no cambia su manera de ver la vida y las cosas.

Independiente de la condición de Riqueza, que con tanto esfuerzo y sin muchos miramientos alguien haya acumulado; del Poder Político que se logre, algunas veces sobre el cadáver de los adversarios menos fuertes o más desvalidos; o la Fama que se adquiere, a costa de un Marketing costoso e inmoral; aún disponiéndose de alguno de ellos  o de todos estos factores, seguimos siendo exacta e igualmente vulnerables frente a un peligroso Virus, que el mismo hombre creó sin medir sus consecuencias frente a su propia gente y al ambiente, pero que tampoco llega a entender bien. Sin duda, tenemos que aceptar que lo único valioso y permanente de que, como seres  humanos disponemos, por cierto gratuitamente, es Dios, el Amor, la Tranquilidad Espiritual, la Solidaridad Humana y la Utilidad que podamos brindar a nuestros congéneres, para llegar al fin más preciado: LA FELICIDAD. Por cierto, todos estos elementos mencionados son: físicamente indetectables y económicamente invalorables, porque desde el punto de vista humano, simplemente disponemos de sentimientos, intuición y presentimientos heredados de Dios, cuya esencia es Omnipresente, por lo cual no pueden ser determinados o detectados  por nuestros cinco sentidos conocidos.

Surgen como consecuencia de lo analizado algunas preguntas para la reflexión:

– ¿De qué sirve entonces ese afán desbocado por acumular Riquezas, que sólo son medios para obtener cosas físicas?

 – ¿Obtener Poder Político, la mayoría de las veces utilizado para avasallar, pero no para ayudar a los más desvalidos, cual se supone que debería ser el fin del poder político?

– ¿Para qué hacerse de mucha Fama, tratando de que sientan por nosotros, la admiración o reconocimiento  que no fuimos capaces de motivar con nuestros actos como seres normales, comunes y corrientes?

– Pero además… ¿Si ya no es un secreto que el estrés que se acumula en el camino de lograr esos supuestos “éxitos”, daña la salud, desmejora las relaciones íntimas e inmediatas en el entorno personal, siendo que además a la hora de la verdad, ninguno de estos elementos temporales y de vanidad puede protegernos frente a un virus o catástrofe natural, pero menos aún producirnos un minuto de amor verdadero, felicidad o de vida?

Es sobre esto que, dadas las circunstancias actuales de recogimiento y reclusión que por el Corona Virus, estamos obligados a…mantener.  Por ejemplarizar: ¿Existe alguna diferencia en el nivel de peligro actual, entre el Multimillonario y la chica que limpia el piso de su mansión, cuando salen a ver el médico o comprar alimentos;  entre el chofer y el importante Gobernante o Político, por muy humilde que fuere el primero y muy importante que lo fuere el segundo? O… ¿Existe alguna diferencia profunda  en el riesgo del Famoso o Famosa cuando baja de la limousine, y el que corre su sirvienta, cuando baja del bus, si ambos pisan donde existe un residuo de mucosidad de un contaminado  o vestigio del Virus?

 Cuando lo que está en peligro inminente es tu vida, sin la cual no puedes tener amor, tranquilidad  o felicidad, no tiene que ver para nada las diferencias de clase, sociales, políticas o económicas  de los protagonistas. Pudiera ser que lo único que quizás hiciera alguna diferencia, sería la fe que cada uno tenga, en  que más allá de todo lo físico está lo trascendente, que se convierte en ese báculo invisible pero fuerte, en el cual sientes que tu apoyo es Dios, a quien por cierto no le puedes afectar con tus bienes o prebendas materiales, porque está  más allá de esas dimensiones.

El refranero popular, y especialmente en los cristianos, siempre hemos manifestado que no hay mal que por bien  no venga;  tropiezo que no deje una enseñanza o mal que no tenga cura. El convencimiento de que Dios creó todo, y especialmente al hombre a su imagen y semejanza, nos reconforta en los momentos más difíciles, porque no tenemos duda que, ni una hoja se mueve sin la voluntad de Él, quien es nuestro Padre y sabemos, por experiencia propia,  que los padres amamos a los hijos y los protegemos… siempre y por encima de todo.

Realmente, yo amo a mis hermanos humanos y me preocupa que todos anden tan asustados y casi paralizados por el Corona Virus, cuando tenemos la certeza de que basta con tropezar en la calle o resbalarnos en nuestra propia casa, golpearnos la cabeza y todo terminó físicamente, si no fuimos lo suficientemente diligentes para cuidarnos y  si eso estuviere en los planes que Dios tiene para nosotros. Y es que ciertamente no  hacemos ningún convenio con Dios cuando nacemos, sobre cuándo ni cómo vamos a morir;  pero de lo que sí estamos seguros es que cada día que transcurre en nuestra vida, nos acercamos más al día del retorno, que no de la partida, porque cuando nos vamos sólo regresaremos a donde estaba nuestra alma antes de nacer; que por cierto es la que regresa, porque nuestro cuerpo físico es el vehículo que nos transporta en el camino de esta vida, que polvo es y al polvo vuelve. Pero la verdad innegable es que, como lo escribiera alguien de quien no recuerdo su nombre: “No somos un cuerpo humano viviendo una experiencia espiritual, sino que somos seres espirituales viviendo una experiencia humana.”

Para finalizar, debo aclarar a mis consecuentes lectores que no es que no tema o no me cuide de contagiarme con el Corona Virus; de ninguna manera, como quiera que soy feliz, tengo una bella familia que amo y trato de ser útil, dentro de mis limitadas posibilidades, tomo todas las precauciones a mano que me aconseja mi sentido común y de la diligencia, pero eso sí, con la absoluta seguridad de que nada va a sucederme, si no estuviere en planes que Dios diseñó para mí, desde antes de mi nacimiento. Esto me permite vivir un día intenso, disfrutar de las múltiples bendiciones que Dios puso a mi alcance sobre esta tierra, como el amar  y ser amado, comer y beber con fruición mis alimentos, orar con más fervor que nunca y… dormir plácidamente, cual es lo que muy seria y bien intencionadamente les sugiero; sabiendo que  nos cuida el más poderoso y omnipotente padre: DIOS.

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BUENOS DIAS

Al amanecer de este nuevo día, me siento tan feliz que quiero manifestar mi alegría y agradecimiento a mi Padre Celestial por darme esta bella vida, mi familia, mis amigos, mis vecinos, quienes en su conjunto me hacen una vida feliz. Especiales gracias por darme esa bella, leal y consecuente compañera de viaje largo, mi amada esposa Nancy. Quiero divulgar que me consta y no tengo duda que somos nosotros mismos quienes, con nuestros estado de ánimo, hacemos más o menos agradable nuestra vida; también quiero declarar que estoy seguro que es una obligación humana y no un acto de bondad, tratar con nuestras palabras de ayudar a que las personas vivan en armonía con sus semejantes, porque en verdad, todos somos uno, por lo que depende de cómo nos tratemos, nos ayudemos, que sea mejor nuestro diario vivir.

Las expresiones buenos días, gracias, Dios te bendiga, cuídate, no estás solo, cuenta conmigo, son expresiones que en un momento dado pueden ser un alivio para alguien que tiene algún problema o necesidad. La fuerza de la palabra es increíble. De hecho muchas personas que han estado desesperadas y a punto de suicidio, han desistido porque alguien les ha llamado por teléfono y ha hablado con ellos. En este bello día, los invito a sonreír, a decir te amo, a decir estoy a tu orden, me encanta verte, me gusta conversar contigo, todo está bien, todo está en orden, Dios está con nosotros. Igualmente, los invito a dar gracias por ese sol y esa brisa que acarician nuestra cara; por la belleza de esas flores que nos regala el jardín de nuestro vecino; por el hermoso y tierno trino de los pajaritos en el árbol de enfrente; por vivir en comunidad con nuestros hermanos humanos, que logran que nunca nos sintamos solos; a guardar el celular y saludar personalmente a los amigos, a abrazarles y sentir ese contacto  humano tan necesario para sentirnos uno.

Quiero manifestarles que tengo ochenta años de edad y que mi edad no me pesa. He vivido la vida intensamente,  con la seguridad de que es el hoy lo que debe preocuparme, porque ayer es un muerto y mañana es de Dios. Que además de amar debo manifestarlo; que mi mayor deber con mis semejantes es el respeto por la persona humana, sin consideración de raza, religión, nacionalidad o sexo. Esa convicción unida a mis principios morales que han guidado mi vida, hoy me permiten manifestar con toda sinceridad que no me arrepiento de nada de lo que he hecho, ni de nada de lo que he dejado de hacer. Finalmente, debo asegurar mi convencimiento de que no debemos permitir el temor; en primer lugar porque distorsiona la realidad y en segundo lugar, porque como hijos de Dios nuestra vida fue diseñada desde antes de nacer  y no fue precisamente el dolor o el miedo nuestro fin, sino la felicidad, el amor, la solidaridad, la sensibilidad frente a los problemas de nuestros semejantes; actuaciones por cierto muy fáciles de materializar, porque nuestra tendencia natural es al bien y no al mal.

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OBLIGACION

¿Que es obligatorio? Ciertamente como todo lo que se escribre, lo que se deduzca o indique, depende de la forma de pensar de quien lo  hace. Nuestro idioma es muy rico y nuestra inteligencia inconmensurable; por tanto,pdría escribirse mucho al respecto, con el mismo resultado: nada en concreto. Alguien me degìa que era obligatorio amar a los padres, a los  hermanos, a los vecinos;  y en general, al prójimo. Bueno, yo como seguidor del pensamiento de Jesùs de Nazaret, creo que es cierto que tenemos, no que debemos, amar al pròjimo como a nosotros mismos. ¿Es entonces una obligación amar? Sin ninguna duda; Pero… a quien? Personalmente, creo que el amor es la sal del mundo, porqsue todos los seres humanos son nuestros hermanos en Dios.

Escuchè decir que un padre que no cuida y honra a su hijo,no merece el amor de èste, e igualmente en el caso de los hermanos y  los vecinos. Lo considero un error porque amar es obligatorio,  ya que no se ama porque alguien nos ame, sino porque esesencial al cristiano amar a nuestros semejantes. Enre otras cosas, porque ese mal padre, mal hijo o mal vecino, puede con otra persona ser una persona humana y compasiva, inclusive salvar su vida. Conozco de  niños de la calle, sque superaron su situación personal temporal y crearon inclusive Instituciones de ayuda a los desventurados.

La obligación de amor es la esperanza de la humanidad, porque únicamente Dios puede saber quien es realmente bueno o malo. Multitud de personas viven en pobreza crìtica y tienen que robar un para comer y no `por  eso son malos, ni debe ser castigados sino protegidos por la sociedad. Por eso si imponemos el amor como una obligación, crecemos amando y compartiendo nuestra solidaridad con  los màs desposeídos. Por otra parte, no debemos olvidar que Dios es amor y por tanto vivimos por amor;  tanto   es asì que cuando concebimos un hijo lo hacemos por amor, lo criamos por amor y  hacemos cualquier sacrificio por èl porque lo amamos. Inclusive los familiares y  hasta los extraños somos capaces de dar un órgano importante de nuestro cuerpo para salvar otro sser humano, Por cierto, conozco una buena amiga que ya tiene treinta años viviendo su vida perfectamente como si tuviera sus dos riñones.

Finalmente, hay algo sobre lo cual no puedo callar  y es que quien es màs feliz es quien ama  y no quien es amado, porque Dios derrama sobre èl sus mejores bendiciones, siendo excepcionalmente bendecido por Dios, aquel ser humano que ama no a quien le hace bien, sino a aquel que con anterioridad le hizo daño, porque actùa con esa bendición especial qe se llama el perdón, olvidando el daño. Vale la pena comenar que en  una oportunidad uno de  los apóstoles de Jesus le pregunto: Maestro, cuantas veces debemos perdonar y Jesùs le constò sin titubeo: “Setenta veces siete.” Con lo cual quiso decirle; todas las veces sque fere necesario.

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Durante miles de años, el amor era un sentimiento muy poco tomado en cuenta, más allá de lo romántico, entre los amantes  o el amor materno. Al menos en las familias,  los padres eran “Pater Familia” por lo cual, para ellos y la sociedad, la esposa y los hijos eran simplemente, como decían los romanos “alieni iuris”,  esto es menores de edad, que es como decir que no eran tomados en cuenta para ninguna decisión dentro o fuera del hogar; al extremo llegaba esta aberración, que los hijos no besaban a los padres, porque “…los hombres no besan a los hombres” Ciertamente, nadie hizo caso a Jesús de Nazaret cuando sentenció:  “Amarás a tu prójimo como a tí mismo”, más allá de los hipócritas religiosos, que lo  mencionaban para rellenar sus discursos vacíos. Pareciera tan extraño, que todos estamos conscientes  de que por amor vinimos al  mundo, por amor continuamos manteniendo la especie;  por el amor se han evitado guerras y salvado imperios.

El amor es la fuerza que mueve al mundo,  la cual por cierto no se gana con dinero ni con armas. El amor es el sentimiento más autentico y espontaneo que mueve al ser humano. Especialmente hoy, cuando el racismo, al menos en el mundo civilizado, está en franca caída, uno ve la ternura que surge entre dos enamorados de razas, credos y civilizaciones diferentes, rompe con horribles tradiciones milenarias, dándole el valor, respeto e independencia  que debe tener la  mujer en la pareja y la confianza y lealtad que antes fue un mito en el pareja. Ese amor ha producido que los niños tengan derechos, en la mayoría de los países civilizados celosamente protegidos por el Estado de Derecho.

En el caso de la mujer, en casi todos los países donde impera el Derecho, gracias al amor,  existen Leyes especiales de protección a la mujer y a la familia.  El amor nos ha enseñado que todos los problemas pueden ser arreglados por las buenas, o al menos que sus resultados en tales casos serán preferibles a las peleas y querellas. Los Abogados exitosos en estos días no son los litigantes, sino aquellos que agotan la vía amistosa y conciliatoria en busca de la solución al conflicto,  a veces aún en contra de sus propios honorarios. Los matrimonios en divorcio o parejas informales de muchos años que se separan, hoy, antes de llegar al divorcio optan por la terapia bien intencionada, que al menos en mi vocabulario profesional le llamo “reingeniería de pareja”, lo que los lleva a tomarse un tiempo razonable, separados o no, que les  permite evaluar el resolver los problemas personales y familiares, así como les da el tiempo para pensar suficientemente si valió la pena el inconveniente sucedido para terminar una relación, que no solo costó tantos años mantenerla sino  que nos condicionó a contar con un equipo constituido por los cónyuges que, como acertadamente lo sentenciara Jesús de Nazaret “…dos son mejor que uno, porque si uno cae el otro lo recoge y si  uno está triste el otro le consuela”. Y es que como asesor familiar y de parejas, tengo muchos ejemplos de matrimonios y parejas convencionales de muchos años de unión, que luego de tomarse un tiempo razonable, a veces de meses y hasta de años, hicieron su reingeniería de pareja, que les permitió determinar serenamente donde habían errado y que habían dejado de hacer correctamente durante la relación; volvieron a unirse se perdonaron  mutuamente con la promesa de  nunca más recordar lo sucedido, e hicieron  nuevamente sus uniones mucho más  fuerte que antes.

   Debo acotar que nada de esto se hubiera podido lograr entre estos integrantes de esas familias, si no hubiese existido lo fundamental: esa relación subyacente que no muere que se llama EL AMOR. Para quienes hemos amado toda la vida y por eso tenemos matrimonios que superan los cincuenta años, sin que de ninguna manera nos parezca fastidioso, sino por el  contrario indispensable la presencia de nuestra pareja, no podemos terminar de entender algunos casos de separaciones, después de años de lealtad y sacrificio, por un error de alguno de los cónyuges, sin que se tome en consideración  todos los años de lealtad y amor que este profesó a su consorte, con anterioridad al  hecho sucedido.

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LA VEJEZ

Definir La Vejez depende, como cualquier otro estado o concepto, de la óptica y/o  mentalidad del analista. Entre otros, para algunos es un estado indeseable, para otros deprimente, para otros de orgullo o de triunfo. Esto nos indica que el concepto va a depender de la mentalidad y forma de ver la vida y las cosas, de quien la conceptúa.  Conozco personas que a los Cincuenta años se consideran viejos y otros que, a los ochenta o más  hablan de nuevos proyectos a desarrollar. En este mismo sentido, he observado personas encorvadas a temprana edad y otras que con el doble de años, andan erguidos. En el fondo, yo creo que el problema es que para algunos la vejez es una especie de enfermedad, en cambio, para otros es un estado normal de nuestra existencia,  dentro de los cuales,  por cierto, me encuentro yo.

Tuve una niñez increíblemente difícil, en condiciones realmente penosas, pero no puedo decir que fuí un niño triste, sino quizás un poco menos feliz que algunos otros. Mi adolescencia no fue un camino de rosas, pero disfruté de la amistad, cariño de los chicos y chicas de mi edad; y sin llegar a ser un Casanova,  logré la intimidad de aquellas que me interesaron, lógicamente dentro de las limitaciones de la cultura de la época. En mi adultez, puedo decir que, independiente de la cantidad de años que he tenido, no me arrepiento de nada de lo que he hecho ni de lo que he dejado de hacer. Aunque con bastante dificultad, trepé sobre los inconvenientes de mi condición económica y social,  y,  ya sobre los Cuarenta años logré mi Grado Universitario  y dos postgrados, aunque el último lo recibí a los Sesenta Años, que para mi forma de ver la vida, aun estaba joven.

Luego, entre los Cincuenta y Sesenta años pude hacer voluntariado gratuito, dando Conferencias en diferentes Instituciones sin fines de lucro, tanto de carácter Social como Académico, sobre temas como la Superación Personal y el Crecimiento Espiritual.  Entre los Sesenta  y  Ochenta años, alcancé quizás mi mayor ambición: llevar mi mensaje de amor y solidaridad humana, a la mayor cantidad de personas posible, mediante mi Blog www.unavidafeliz.com, que ha sido visto por más de 2.500.000 Cibernautas en más de Noventa Países.  El corolario de toda esta narración, que quiero destacar, es que en la realización de ninguna de estas actividades, me he sentido realmente viejo, aunque algunas veces un poco cansado,  lo cual me obliga de determinar que el sentimiento de vejez, es solamente un estado mental absolutamente controlable.

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Dejando por sentado mi respeto por la forma de pensar diversa, reflexionaré sobre un hecho discutido, y si se quiere discutible; cuál es el fundamento  de permanecer juntos como pareja. Pues bien, en principio siempre he pensado que se hace pareja porque se piensa que se es más feliz al lado de esa otra persona que escogemos a tal fin, que estando solos. Siendo así, no debe nadie exigir a su par que, independiente de la formalidad que le una, continúen unidos, si ambos no son integralmente felices. Nunca he procesado por qué las canciones y poemas hacen una tragedia porque alguien deje de amar  a otro, al punto de que hablan de que si tal persona deja de amarlos o los abandona se vuelven locos y hasta se suiciden; como si no existieran otros seres humanos que pudieran llenar el vacío que deja el que se va.

 Así mismo, nunca he entendido que sea una obligación amar o continuar amando a otra persona;  sino que, por el contrario, pienso que si alguien me amó fue porque se sintió feliz haciéndolo, pero además yo debería agradecer el tiempo que lo hizo y darle plena libertad de irse, para buscar un nuevo amor que le de lo que ya no siente conmigo. De la misma manera, pienso que tenemos que darnos la oportunidad de equivocarnos y por tanto tenemos el derecho, y si se quiere, la obligación de corregir; precisamente, buscando un nuevo amor. En este mismo sentido, así lo he escrito infinidad de veces en mi blog www.unavidafeliz.com, que han visto más de 2.850.000,00 cibernautas en 90 países, según lo indicó WordPress, que es la administradora de esta página, habiendo recibido miles de comentarios positivos de personas que han amado; han dejado de amar; vuelto a amar, y algunas, varias veces, hasta lograr encontrar esa persona especial que llenó sus expectativas sentimentales. En estos casos, bajo ninguna circunstancia esa persona odió a quien dejó de amarlo, trató de hacerle o hacerse daño, sino que entendió el derecho que ambos tenían de buscar y encontrar un nuevo amor.

Yo he escrito libros, poemas, y en mi juventud di conferencias sobre el tema, por lo cual me considero calificado para sugerir a los compositores, escritores, poetas y/o conferencistas,  que lejos de argumentar una tragedia porque alguien deja de amar a otro, le recuerden a sus lectores que, en el camino de la vida de cada ser humano, de allá para acá, siempre viene una o varias personas buscando, precisamente,  alguien como uno que, por decir lo menos, le haga compañía en el intento de entablar una relación que pueda progresar sentimentalmente. Quizás porque creo en las vibraciones e influencias que generamos los seres  humanos,  nunca he creído que sea llorando, quejándose o lamentándose, como se pueda conquistar un nuevo amor; precisamente, porque quien anda en busca de un amor, presume encontrar alegría, optimismo, atención positiva y… felicidad.

Todo lo que aquí he escrito tiene un solo fin, que es demostrar que la única justificación para permanecer juntos dos personas que hacen pareja, lo es el amor: ese sentimiento mágico, que es capaz de mejorarnos, hacernos más sensibles, disminuir nuestro egoísmo; y en general, hacernos diferentes a como éramos antes de enamorarnos, sobre la base de la certeza de que solo nosotros mismos somos responsables de nuestra felicidad. Pero nunca por lástima, compasión o para evitar que otra persona no sea feliz. Creo que la felicidad, como todos los beneficios que un ser humano logra, requieren de su esfuerzo y diligencia, donde se ponga lo mejor de nosotros para alcanzar la meta. De la misma forma, creo que el amor como cualquier relación importante, requiere de la sincera comunicación, clara comprensión y permanente intención de aceptar a las personas como son: con sus virtudes y defectos, siempre con la intención progresiva de ayudarle y ayudarnos a mejorar integralmente, en beneficio de la relación.

Finalmente, les cuento que tengo más de 50 años de feliz matrimonio y que, gracias a que he tenido las actitudes que aquí sugiero, las cuales han sido compartidos por mi maravillosa esposa, diez años menor que yo,  hoy disfrutamos de nuestro amor, con la misma ternura, comprensión y atención, que cuando iniciamos nuestra relación; precisamente porque no es la edad, ni la capacidad económica, ni ningún otro prejuicio social, lo que hace la solidez de la relación de pareja, sino la capacidad para aplicar el profundo respeto y reconocimiento por la persona humana, que se requiere en el matrimonio.

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HAZLO AHORA

Es una creencia casi generalizada que Dios determina nuestro destino desde antes de haber nacido y que eso es infalible;  no discuto tal  criterio, especialmente porque como soy un convencido de nuestra absoluta posibilidad de ser felices, para lo cual se requiere ser muy positivo, no puedo darme el lujo de preocuparme por algo que pudiera convertirse en una obsesión  negativa, como es para una gran mayoría de personas, el destino. Es que en mi personal concepto, lo que Dios sí que nos dispuso como una hoja de papel en blanco,  fue el camino que debemos recorrer durante toda nuestra vida -que por cierto es lo que  sí debe interesarnos-  por lo cual nos dejó en plena libertad de darle el sentido, color, sensación y sabor al paisaje, así como a cada  bache o recodo del camino; de tal manera que, en su inmensa sabiduría, creo que  para no aportarnos focos de preocupación innecesaria, nos dejó en libertad de diseñar nuestro propio “camino”, por lo cual nos regaló la posibilidad de hacer de ese viaje de nuestra vida, lo que más nos plazca, agrade o nos parezca conveniente. En tal sentido, para que pudiésemos estudiar, entender y encontrar la mejor forma de vivir esa extraordinaria experiencia de ese viaje, nos dotó de inteligencia y raciocinio, al tiempo que puso sobre el camino diferentes subidas, bajadas, obstáculos y/o accidentes, que nosotros con todos los recursos intelectuales y físicos de que fuimos dotados, pudiésemos perfectamente determinar la mejor forma de esquivarlos, superarlos, ignorarlos  o disfrutarlos, conforme nuestra propia forma de ver la vida y las cosas.

No es fácil emitir criterio sobre lo que piensan o sienten otras personas, por lo cual pareciera  lo más acertado, hablar de nuestras propias circunstancias y vivencias; a ese respecto y refiriéndome al camino de la vida que durante setenta y ocho años he transitado, debo comentar que desde que tengo verdadero uso de razón he estado perfectamente consciente de que no existe un destino predeterminado para mí, ese me lo hago yo;  inclusive ese elemento impredecible que a tantos preocupa y que denominan futuro, cual para mí –no obstante la insistencia de mi padre de que era muy importante- tampoco tuvo ni tiene tanta importancia, precisamente porque es imprevisible, impreciso e indeterminado, por lo cual no lo considero trascendente como parte de mi camino; quizás porque siempre he tenido plena conciencia de que, si fuere que llegare,  lo único que puedo aportarle para mi beneficio,  sería hacer bien lo que me corresponde… hoy.

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22/11/2020 por Dr. Amauri Castillo Rincón -MsC | Editar

En esta inesperada y sobrevenida pandemia por razón del Virus Covi 19, los seres humanos y especialmente la familia se  ha visto sometido a una prueba suprema: ¿Cuál su elemento de base fundamental  para mantenerse como tal grupo social, en virtud de que la recomendación ha sido: “quedarse en casa”?

 Ciertamente, no ha sido fácil; para algunas familias ha sido la hora de la verdad no sólo entre los cónyuges, sino el conjunto en general. Para los niños, la imposibilidad de asistir a sus escuelas y socializar con sus compañeros; para los adolescentes, el no poder reunirse con sus amigos y novios o novias, asistir a los gimnasios y/o fiestas  y cumpleaños. Para los adultos, ese encierro prácticamente obligado, se ha convertido en  un real aburrimiento; por una parte, a los solteros, el quedarse todo el día en casa es simplemente inaguantable, ya que significa descuidar el trabajo, la novia y sus diversiones normales.

 Para los adultos que tienen cónyuge, con o sin hijos, esta ha sido una prueba inesperada, pero absolutamente convincente, de cual es la base real de la relación conyugal. Para aquellos que mantienen la relación como algo formal, casi obligado por los controles sociales, pero sin ningún entusiasmo especial ha sido catastrófico, tanto para la  mujer como para el hombre. En este caso para ella, escasamente  soporta al esposo en la noche, cuando regresa del trabajo a dar órdenes para ser servido, sin considerar lo duro del trabajo de la señora en la casa durante el día. Para el hombre  casado, el no podercompartir con sus compañeros de trabajo y una que otra “amiguita especial”, sino tener que quedarse en la casa y tener  que calarse todo el día a la esposa,  a quien escasamente soporta en la noche, es simplemente un suplicio.

Sin embargo para los cónyuges o parejas que se aman realmente, esta estadía juntos todo el día, son como unas vacaciones imprevistas, que les caen como del cielo y les permiten compartir diferentes etapas que no son posibles, mientras él o los dos trabajan y que sólo pueden  hacerlo  en la noche cuando él o los dos regresan del trabajo. Los dos se colaboran y hacen la relación más bella;  descasan o hacen el amor a la hora que les da la gana. Esta es la prueba de que en la pareja bien habida y que se ama, como debe ser, el amor se basta solo para hacer la vida más bella y edificante.

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