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Archive for the ‘DEDICACIÓN’ Category

0Como seres humanos, no requerimos ser boxeadores para que la vida, de vez en cuando, nos ponga contra las cuerdas, en alguno o varios de los muchos asuntos que conforman nuestra permanente lucha por una vida mejor.

Todos, salvo raras excepciones, creamos, abrazamos y acumulamos sueños; deseamos cosas y acumulamos sentimientos de diferente índole, que nos son muy caros; pero, casi en todos los casos, materializarlos, especialmente los más sentidos, ameritan decisión, dedicación, diligencia, esfuerzo –y a veces- sudor y… lágrimas.

Como no nos contentamos con una vida tediosa, resignada y monótona, desde que nos concientizamos de nuestro poder personal heredado de Dios, nos vemos impelidos a luchar a brazo partido por lograr nuestras metas; y sin escatimar esfuerzos, todos los días comprobamos nuestra inmensa capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias, que nos permite ser mejores, más útiles, aceptando a nuestros semejantes con sus virtudes y defectos, para ayudarlos y de tal manera crecer espiritualmente, haciéndonos todos los días… más hombres.

Que importa que la vida, algunas veces, nos ponga contra las cuerdas, si somos del tamaño de la circunstancia que se presente. Somos conscientes de nuestro poder, decisión, fe, seguridad, confianza, y positivismo. Eso nos hace recibir los sucesos indeseables, complicados y difíciles, como asuntos por resolver más que problemas, lo que de alguna nos aportarán conocimiento y experiencia en la vida.

Esas valientes personas, bien golpeadas por la vida, por quienes, cuando estuvieron en problemas, nadie daba medio por su futuro, quienes no se amilanaron ni permitieron que las circunstancias adversas o el temor invadieran su alma, simplemente aceptaron que la vida tiene sus baches y sus momentos difíciles; que todo tiene su tiempo y su resultado, pero que como la noche y el día, siempre son pasajeros. Ellos superaron las dificultades, y luego, disfrutaron aún más de una vida producto de su esfuerzo, fe y confianza en su diligencia y la fe en un Dios, que siempre consideraron presto a ayudarlos.

De esos triunfadoras aprendí, que no existe problema sin solución; porque nada, ni una hoja se mueve sin la voluntad de Dios, y por tanto, todo suceso tiene una razón; no importa si nunca la conocemos, porque lo que importa es el resultado, que al final, si aunamos a nuestra fe, dedicación y esfuerzo, terminamos aceptando de buen gusto, que fue conveniente lo sucedido.

Bienvenidas las dificultades, porque son importantes para probarnos de que somos capaces, cuando se requiere sacar lo mejor que tenemos por dentro.

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Tengo un querido amigo quien es CEO de una naciente corporación -con destino incierto como todo proyecto ambicioso y audaz- pero de un gran potencial prospectivo en el bussines world de hoy.

Hablando con su esposa -quien es su mejor aliada, admiradora y amiga- sobre lo interesante de saberse haciendo lo que nos realiza,  jugándole un todo o nada a una vida que como característica principal tiene, precisamente, nuestra gran fragilidad personal, tanto por la dependencia de los elementos naturales que escapan a nuestro control,  como por la imposibilidad de conocer por adelantado, qué sería lo más conveniente de cada cosa que proponemos. 

Poco podemos hacer por el porvenir. Especialmente, en  cualquier proyecto económico se depende de factores que escapan a nuestro control, como el tiempo, el financiamiento, los recursos humanos, la economía de mercado, la política; y por si fuera poco, también de aspectos humanos como salud, disposición, empuje, fe, confianza, perseverancia y  temperamento de quienes dirigen el proyecto. 

Sin embargo, los elementos necesarios coadyuvantes al logro del éxito, con diligencia, constancia y trabajo pueden localizarse y aplicarse; pero no la previsión del resultado, inmerso en ese limbo que, más allá de fórmulas matemáticas, se traduce en especulaciones y se conoce como la ley de probabilidades. 

Frente a esa incertidumbre, el emprendedor tiene una opción que bien interpretada y aplicada, puede reducir al mínimo su estrés frente a los posibles resultados: en vez de preocuparse, ocuparse de hacer las cosas bien… hoy. Como nada ulterior puede predecir, nada puede hacer por un mañana incierto e imprevisible.  Entre otras circunstancias, porque ni siquiera sabe si llegará para él. 

Pero si se hacen las cosas con amor, dedicación, en beneficio colectivo, se obtendrá el pago por adelantado: la satisfacción del deber cumplido; máxime cuando es voluntario y no impuesto por una obligación determinada externa. 

En  el juego de la vida sólo quien arriesga siempre tienen la posibilidad de ganar. La vida difícilmente regala algo más allá de su propia existencia. Hay demasiadas personas detrás de… todo. Por eso se tiene que hacer algo más que desear; se debe luchar, convencido de que se logrará el objetivo. 

En un mundo repleto de gente inconforme, preocupada, hastiada, estresada  y aburrida, crear proyectos, establecerse y procurarse metas enriquece, le da sentido y utilidad a la vida;  y eso es vivir intensamente y no sobrevivir.

 Todos los días son buenos para comenzar un proyecto. No importa su naturaleza, característica, volumen o supuesta dificultad. Somos la hechura máxima de Dios; disponemos de una parte de su poder y a través de los tiempos Él ha demostrado que  siempre ayuda a los que se ayudan. 

¿No tiene un Proyecto? No se preocupe, no es un problema, es un asunto por resolver y usted puede solucionarlo.  Adelante… piense en uno, no importa de qué se trate, ni el tamaño. Recuerde, Dios está ahí; Él no se muda, cree en usted y es muy buen Socio.  ¿Por qué no aprovecharlo? Siempre está… disponible.

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Para lograr un resultado óptimo en ese mundo absolutamente intelectual de los sentimientos, que motivan nuestras acciones, no es suficiente presentir o desear, sino que se requiere algo más contundente e inmediato, que nos sensibilice especialmente con respecto a la importancia o conveniencia de lo que realizamos, para lo cual tenemos la necesidad de conectarnos tanto espiritual como físicamente, con el evento o la circunstancia a resolver.

Así, sentimientos como el amor pasional o familiar, se quedarían en el mundo teórico de las románticas o buenas intenciones, si no nos conectáramos íntimamente con el fenómeno físico del mundo práctico donde que se suceden los acontecimientos, haciéndonos parte activa de los asuntos, en una interconexión que concreta las ideas.

Mediante mi conexión con los asuntos que me ocupan, puedo determinar el comportamiento entre lo que yo percibo mentalmente y el mundo de la realidad. Es entonces cuando puedo verificar si lo que pienso de mis relacionados se corresponde con sus realizaciones, lo que ellos piensan de sí mismos e inclusive de mi propia persona.

Al conectarme me abstraigo del origen ideal de los procesos, para percibirlos, sentirlos e integrarlos a mi propia actividad físico-espiritual.

Especialmente en la pareja, donde la buena comunicación es fundamental para la plenitud de la relación, porque permite conocer lo que piensa cada uno y cómo lo reciben individual y conjuntamente, al conectarse en el amor, la pasión, la sexualidad, la ternura, los sueños y las ambiciones, los factores aceptación, consecuencia, ayuda mutua, lealtad y responsabilidad surgen como producto de una posición razonada y consensuada, con vocación de permanencia.

Con respecto a los hijos, el conectarse los padres con sus actividades, viviendo y compartiendo con ellos su pequeño gran mundo de deseos, alegrías, necesidades, pero también de temores, preocupaciones y sueños; la comprensión y capacidad de atención a sus necesidades se hace mucho más efectiva.

En el ejercicio de las profesiones, oficios, actividades laborales, artísticas o deportivas, para ser exitoso no es suficiente el conocimiento teórico o postulados programáticos, sino que se requiere una inmediata y permanente conexión emocional del ser humano con la actividad que realiza, sobre la base de la convicción de su utilidad, necesidad o conveniencia.

La necesidad de conectarse deviene del hecho de que nuestro intelecto recibe instrucciones de nuestro espíritu, que es absolutamente ideal, las cuales debe traducir a un cuerpo físico que funciona en base a motivaciones, que a su vez responden a sus conveniencias. De tal forma que, en todos los casos, la efectividad en nuestras realizaciones va a depender del entusiasmo con que logremos conectarnos al asunto.

De alguna manera, conectarse con las personas es ponerse en su misma situación para entenderlas mejor; y en cuanto a las cosas y circunstancias, es inyectarles entusiasmo a su realización, en función de una existencia que todos los días podemos hacer mejor.

Una comunicación sin conexión personal efectiva, es similar a las ideas geniales pero que nunca llegan a realizarse, porque no aportan nada efectivo ni positivo a nuestra vida.

Próxima Entrega: DAR PARA RECIBIR.

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